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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Parecía embebida por completo en la conversación, describiendo con naturalidad sus impresiones de viaje, expresando sus opiniones con la misma indiferencia que si no mediase entre ellos más que una antigua y tranquila amistad. Luis concluyó por ponerse taciturno. Al fin tuvo resolución para decir, aprovechando un instante de silencio: Cuando me acerqué a tí estabas muy distraída. ¿En qué pensabas?
Pensaba que lo que le ponía taciturno era lo que le había leído antes en los ojos, el pesar de haberse colocado en una falsa situación. Sin embargo, concluyó por hablar y adoptó el tono jocoso. Quería distraerle a todo trance. Padre, está usted muy pensativo. Usted tiene hambre. El sacerdote hizo un esfuerzo para sonreír. No tal.
En efecto, el de más edad, el que va vestido todo de negro era el estudiante de Medicina Basilio, conocido por sus buenas curas y maravillosos tratamientos. El otro, el más grande y más robusto con ser mucho más joven, era Isagani, uno de los poetas ó cuando menos versistas que salieron aquel año del Ateneo, caracter original, de ordinario poco comunicativo, y bastante taciturno.
Y cogiéndose con fuerza de su brazo le empujó hacia la escalera seguido de Nati y Rafael entre las miradas atónitas del oficial, del inspector y de los tres o cuatro empleados que allí había a tales horas. Una vez en la calle, la hermosa tirana ofreció su coche a Nati y Rafael, y se metió sin vacilar en el del duque, que la siguió taciturno pero sumiso.
Las contadas veces que Freya se separaba de él, iba á buscarla en el salón de la imponente señora, que tomaba con Ulises un aire de suegra bondadosa. En varias de sus visitas se encontró con el conde. El taciturno personaje le tendía una mano, guardando cierta distancia instintivamente.
Y añadía con expresión cariñosa, que contrastaba con su carácter rudo y taciturno: Ven, Gabriel: te esperamos en mi casa. Cuando te canses de hacer compañía a tu sobrina y de oír a ese loco de don Luis, sube un rato. No podemos pasar sin tu palabra. Don Martín está entusiasmado desde que te oyó la otra tarde. Desea verte; dice que iría de un extremo a otro de Toledo por escucharte. Quiere que le avise así que te decidas a reunirte con los amigos; y eso que don Antolín, hablando con él, te puso de loco y de hereje que no había por dónde cogerte...
Al fin Reynoso la cortó jocosamente advirtiendo que les esperaba el almuerzo. Núñez se despidió. Durante el almuerzo Tristán se mostró tan taciturno que Clara, sorprendida y dolorosamente impresionada, no apartaba de él los ojos. Reynoso y Elena se dirigían miradas furtivas, sonriendo unas veces, otras sacudiendo la cabeza con señales de enfado.
Al día siguiente el cura continuaba taciturno y encrespado, meditando feroces venganzas: el apretón del día anterior hacía rebasar la copa, y sentía la necesidad de dar cualquier desahogo a su odio. Mientras duraron las clases se mantuvo grave, y sosegado: actitud digna del que piensa jugar la vida a las pocas horas: comió poco y sin hablar palabra.
Tras de la bebida espirituosa, el señor de la torre va alimentando con prudencia al hambriento y aterido, que devora, más que come, cuanto le ponen delante de la boca. Ya hay hombre; pero alelado, taciturno y entristecido. Es preciso curar también aquella tristeza; y manda que le cuenten algo entretenido los que sepan cuentos o romances.
Apesar de esto salió del café taciturno y sombrío; aquello de que Miguel hubiese pagado siendo él quien le invitara, parecíale el colmo de la humillación. Todavía cuando iba en dirección a la puerta cruzando por entre las mesas, se volvió dos o tres veces para lanzar una mirada de desafío al mozo, que ya estaba sirviendo a otros parroquianos sin hacer caso.
Palabra del Dia
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