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Actualizado: 7 de junio de 2025
Habían pasado muchos meses, y el tabernero conmovíase aún recordando el suceso. Me lo trajeron a casa en hombros, señor Juan, lo mismo que a usted lo han llevado muchas veces, aunque sea mala la comparación. Ya ve usted si valdrá el chico... Sólo le falta un arrimo: que usted le eche una mano. Y Gallardo, para librarse del tabernero, le contestaba con vagas promesas.
Hay otras cosas que la mugre, que la gente pagaría de buena gana para verse libre de ellas. ¡Vamos! ¡vamos! dijo el tabernero, que comprendía que pagar a la gente por su ausencia era un principio social peligroso ; una broma es una broma. Todos los que estamos aquí somos buenos amigos, me parece. Debemos dar para recibir.
Matadores famosos había visto él quedar en público tan mal como su chico. ¡Adelante con la carrera! Y organizaba corridas en las plazas de Toledo y Guadalajara, apareciendo como empresarios amigos suyos, pero «corriendo él con los gastos» como siempre. Su novillada en la plaza grande de Madrid fue, según el tabernero, de las más famosas que se habían visto.
Por fin, el señor Snell, el tabernero, hombre dispuesto a ser neutral y acostumbrado a permanecer alejado de las desinteligencias humanas, como inherentes a seres que tenían todos a igual título necesidad de beber, rompió el silencio diciéndole con tono indeciso a su primo el carnicero: ¿Hay gentes que dirían que es un lindo animal el que trajisteis ayer, Bob?
Tomando el tente en pie que nos sirvió el tabernero con excelente voluntad y poquísima limpieza, y reanimados los bríos de las cabalgaduras con no sé qué brozas nutritivas que se hallaron en el pajar de la taberna y en el granero de un vecino, volvimos a montar Neluco y yo para seguir nuestro camino, del que nos faltaba todavía lo más largo y lo peor, según el médico me dijo al cabalgar.
Ya ve usted qué poco respeto. ¡El viejo! ¡Qué irreverencia! Yo le dije que no. El me dijo que quería entrar á hablar conmigo... Pero vamos ... ya soy muy maliciosa, y yo me malicio.... ¿Qué? A mí no me engañan así con palabritas. Como es una tan guapetona.... No tengas cuidado dijo Clara riendo. Es que está enamorado de ti y quiere casarse contigo. Si lo sabe el tabernero.... ¿Mi Pascual?
¿Era una vaca colorada de Durham? dijo el herrador, reanudando el hilo del discurso después de varios minutos. El herrador miró al tabernero y el tabernero miró al carnicero, como que era la persona que debía asumir la responsabilidad de la respuesta. ¿Era colorada dijo el carnicero, con una voz de falsete alegre, pero ronca y era sin duda una vaca de Durham?
Pero sabe vucencia que ofrecí dos duros a la tía Higadillos que llevó el pañolón... cétera; cétera. Lord Gray sacó dos duros y los tiró al suelo sin mirar al tabernero, quien tomándolos, tuvo a bien dejarnos solos. Amigo me dijo el inglés ya no me queda nada por ver en las negras profundidades del vicio. Todo lo que se ve allá abajo es repugnante.
La que había herido al tabernero estaba en el suelo ensangrentada. Mientras unos recriminaban al asesino, otros atendían al herido. Eladia exhalaba penetrantes lamentos.
Su padre y creador era el tabernero, un gran artífice de vidueños que habría sido capaz de fabricar agua, si el agua no estuviera ya fabricada para provecho del gremio. El aguardiente disfrazado que Tablas trajo de la taberna, hizo tal efecto en el cuerpo de D. Felicísimo y de tal modo se aposentó en su flaco cerebro, que el buen viejo perdió el uso regular de sus perspicaces facultades.
Palabra del Dia
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