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Actualizado: 23 de julio de 2025
Pero trabando relación con las heroínas de Walter Scott, surgió en mi espíritu la duda. Eran tan lindas, que yo me desolaba pensando que era necesario parecérseles para ser amada. El cura perdía poco a poco su sonrisa y su color.
Se mesaba los cabellos y corría sin tino por la margen del riachuelo que bajaba de la Peña Mayor. Al dar vuelta á un repliegue del terreno vió blanquear entre los árboles, no muy lejos de sí, la iglesia de la parroquia. Al mismo tiempo surgió en su espíritu un pensamiento, al cual se agarró el desdichado inmediatamente, como se agarra á un clavo ardiendo el que rueda hacia el abismo.
Una mujer surgió de la hundida mullidez de este lecho, saltando hacia Ferragut con los brazos extendidos Su impulso fué tan violento que la hizo chocar contra el pecho del capitán. Antes de que el abrazo femenino se cerrase sobre él, vió una boca suspirante, de dientes ávidos; unos ojos lacrimosos por la emoción; una sonrisa que era un rictus, mezcla de amor y de inquietud dolorosa.
Mas al llegar a ella y cuando ya se disponía a comer del fruto prohibido surgió de entre los árboles un hombre, ¿qué diremos un hombre? ¡Un monstruo! Gastaba zamarra negra, sombrero ancho de fieltro. Las barbas le llegaban hasta el vientre. El color de su rostro era moreno aceitunado, la nariz ancha, los ojos atravesados y todo el conjunto espantable.
El fugitivo, cercado en el dédalo de pasadizos, tropezando con enemigos en todas las revueltas, surgió corriendo por el extremo opuesto y continuó su carrera á lo largo del muelle. La cacería duró breves instantes al desarrollarse en un terreno libre de obstáculos. «¡Un espía!...» La voz, más rápida que las piernas, saltaba á su encuentro.
Invitome a beber una copa de cerveza. Acepté, porque sentía en el estómago una pena singular. Después de beberla, en vez de calmarse, creció esta pena, a tal punto, que pensé ponerme malo. Entonces surgió en mi mente la sospecha de que lo que tenía era hambre, y pedí un bistec. ¡Caso pasmoso!
Por esto la monarquía española ha bostezado de tristeza, transmitiendo la melancolía de una a otra generación. Es la realeza católica por excelencia. Si de vez en cuando surgió algún ser alegre y satisfecho de la vida, fue porque en el líquido azul de las arterias maternales penetró una inyección de savia plebeya, como penetra el rayo de sol en la habitación del enfermo.
Al perderlo de vista aún lo vió mejor. Su imaginación fué evocando vigorosamente ciertos detalles sobre los que había resbalado insensible su mirada. Algo surgió con un relieve doloroso en su memoria: varias rosas, un pequeño grupo de rosas que el militar llevaba sobre el pecho, entre dos botones de su uniforme. ¡Un oficial con flores!
Sólo recuerdo que después de haber discutido sobre vendimia, cosechas, caza y otros asuntos de campo, el nombre de París surgió de pronto como inevitable antítesis de todas las simplicidades y todas las rusticidades de la vida. ¡Ah, eran aquéllos los buenos tiempos! dijo el doctor, en quien el nombre de París despertaba siempre cierto sobresalto. ¡Todavía añoranzas! replicó el señor Domingo.
El mar, tan maltratado por el hombre en esa guerra inhumana, ha pagado el daño recibido con generosidad y benevolencia. Cuando la tierra, su bien amada, la ruda tierra le consumía, agotábale, él, ese mar temible, maldito, la acogía sin odio, alojábala en su seno, devolvíale la savia y la vida. ¿Acaso no es del mar que surgió la vida primitiva?
Palabra del Dia
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