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Actualizado: 9 de mayo de 2025
¿Usted ha visto a la criada? ¿Una mujer gruesa? Enorme. Vaya, no será nada dijo el señor Le Bris . Querido señor Stevens, es la hora del desayuno y usted hará muy bien en acompañarnos. La muerta está perfectamente, yo se lo aseguro. El señor Stevens, hombre grave, no comprendió la ironía. El doctor añadió: ¿La ley inglesa castiga a los que prometen suicidarse y no cumplen su palabra?
Estas temporadas terminaban, como las otras, por una gran crisis nerviosa, un fuerte ataque, que la dejaba postrada algunos días en cama. También tenía momentos de tristeza tan profunda, que apetecía y aun buscaba la muerte. En cierta ocasión se arrojó al pozo, y de allí la sacaron medio asfixiada; pero nadie supo, mas que el confesar, que había tenido intención de suicidarse.
Desesperada por tan terrible desgracia, y todavía más pensando en que Cirilo suspendería definitivamente el matrimonio, estuvo a punto de suicidarse. Pero aquél se condujo en tal ocasión como un hombre de alma grande y generosa; no sólo no suspendió la boda, sino que la precipitó cuanto pudo.
Unas pretenden que ha sido robada... otra me aseguraba con la mayor tranquilidad que ella le había manifestado intención de suicidarse. ¡No sería extraño! Desde la revolución de julio, el suicidio se ha puesto de moda. ¡No hable usted así... perdería la razón! He corrido a su casa de la calle de Provenza; pero se marchó de allí sin decir a dónde iba.
El poeta, por ejemplo, siente ganas de suicidarse, y en vez de hacerlo y a fin de desechar tan perniciosas ganas escribe el Werther. De esta manera, no sólo consigue sanar de la manía del suicidio, sino también que le aplaudan y se admiren de su talento.
Discurra por mí; pues yo me he vuelto como tonta. Si de aquí a mañana no resuelvo la cuestión, estoy perdida... Crea usted que es para suicidarse». Por curiosidad preguntó Rosalía a su amiga lo que necesitaba, y oyéndole decir que unos nueve o más bien diez mil reales, puso una cara de mal humor que aumentó la tribulación de la ya tan atribulada Milagros.
Julio había escapado al saber que esta beldad, de esbeltez juvenil vista por el dorso, tenía dos nietos. «Máster Desnoyers ha salido», decía invariablemente Argensola al recibirla. Y la abuela lloraba, prorrumpiendo en amenazas. Quería suicidarse allí mismo, para que su cadáver espantase á las otras mujeres que venían á quitarle lo que consideraba suyo.
Pero la certidumbre expresada por Goethe y afirmada después por la Condesa d'Arda ¿qué podía valer contra las persuasiones del instinto vital? ¿A cuántos impide amar nuevamente el saber que el nuevo amor terminará como el primero? La certidumbre de morir que se tiene ¿es acaso una razón para suicidarse?
La Crítica de la razon pura es la ruina do toda razon; esta se examina á sí propia para suicidarse ó sea para convencerse de que en sí no contiene nada positivo.
Pero y sus heridas ¿de dónde provenían? ¿Había intentado suicidarse? ¿eran efecto de venganzas personales? ¿eran sencillamente causadas por una imprudencia, como pretendía Simoun? ¿Las había recibido huyendo de la fuerza que le perseguía? Esta última conjetura era la que se le presentaba con más visos de probabilidad.
Palabra del Dia
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