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Actualizado: 10 de mayo de 2025
41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído. 43 Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera. 44 Entonces el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
Despues, á medida que uno se aleja de Lyon, va viendo disminuir el número de moreras, progresivamente reemplazadas en la bella Provenza por los olivares de ceniciento color, cuya tinta gris, melancólica en extremo, se destaca como un inmenso y moviente sudario sobre la verde alfombra de los trigos sembrados en medio de las anchas calles de olivos.
Subiendo un poco mas en el edificio central, la bóveda se cierra, y afuera, sobre un balcon circular al aire libre, el espectador registra el original del cuadro interior, es decir el inmenso Lóndres, en cuyas calles hormiguean millones de hombres que parecen insectos y millares de millares de vehículos; en cuyo rio se cruzan los vapores, los navíos, los botes y las góndolas en asombrosa multitud; y de cuyos centenares de miles de chimeneas se desprenden las negras columnas de humo ó las blancas espirales de vapor que componen el manto lúgubre ó sudario que ha de envolver algunos momentos despues á la metrópoli gigantesca del comercio y la navegacion, de la industria y el movimiento, de la suprema opulencia y de la suprema degradacion y miseria.... La contemplacion de esa capital, desde tan alto observatorio, causa un vértigo semejante al que producen el movimiento y la faz del océano; y el observador que busca hechos y enseñanzas útiles no puede ménos que hacerse las mas contradictorias reflexiones acerca del modo como el bienestar se encuentra, no diré repartido, sino clasificado entre las grandes capas de la sociedad.... Lóndres es la ciudad-escuela por excelencia, porque abriga en su hirviente seno todos los elementos de la lucha terrible empeñada entre la civilizacion y la barbarie, es decir: la justicia y la iniquidad, el goce fecundo y la miseria.
En esta transformación, cambia más el aspecto de las llanuras que el de las protuberancias de la montaña. Al desplomarse por todas partes las nieves han cegado las cavidades, han nivelado los huecos, han borrado las quebraduras secundarias del terreno. Cubiertos están torrentes y cascadas; todo descansa, helado, bajo aquel inmenso sudario.
Tras ellos se ocultaban los verdaderos legisladores, los muertos, los diputados con sudario, cuya presencia no adivinaban estos hombres de grandilocuente vanidad, creyendo hablar siempre por inspiración propia. ¡Los muertos legislan!
Parecía que del casuco abandonado fuesen á salir fantasmas en cuanto cerrase la noche; que de su interior iban á partir gritos de personas asesinadas; que toda aquella maleza era un sudario ocultando debajo de él centenares de cadáveres.
Aquí no hay crepúsculos, como tampoco hay juventud. El niño, pasa á ser viejo sin haber sido joven, y la niña se da cuenta que ha dejado de jugar, cuando es madre. Al árbol lo rinden los años, sin que su añoso tronco ó su ligera palma hayan visto arremolinarse al pié de su cuna, ni el melancólico sudario de su dorado otoño, ni los descarnados brazos de su prematura vejez.
Yo he visto algo semejante en el teatro saliendo por escotillón, envuelto en un sudario... Un espectro. Eso es ella, con su misma lividez y con la misma voz y el mismo miedo que infunde. Y ¡qué ojos los suyos! Me parecía que con la mirada me iba sacando todas las ignominias de mi vida para arrojármelas al rostro entre maldiciones. Y el caso es que este temor me tenía sobresaltada.
Ferragut buscó en el suelo de los estanques los llamados peces de fondo, bestias aplanadas que pasaban la mayor parte del tiempo hundidas en la arena bajo un sudario de algas.
La nieve cayó en montón a sus pies al abrir la puerta. Todo lo que abarcaban sus ojos estaba blanco, con una blancura nítida y fúnebre, como el sudario de una virgen muerta: blancos el puente y el río, blanca la cuesta de las Cambroneras, los tejados del barrio y los áridos desmontes. El silencio era completo; la soledad absoluta.
Palabra del Dia
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