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La señorita Guichard se sentó en una butaca y con la faz alterada, la boca contraída por la amargura y los ojos sombríos, se abismó en sus pensamientos. De modo, que había sido burlada, ella, que se creía tan fuerte.

Si hubieras escudriñado toda la tierra, dijo mirando con sombríos ojos al ministro, no habrías hallado un lugar tan secreto, ni tan alto, ni tan bajo, donde hubieras podido librarte de , como este cadalso en que ahora estás. ¡Gracias sean dadas á Aquel que me ha traído aquí! contestó el ministro.

Aquel horizonte es de una poesía triste y solemne en lo lejano, deliciosa y risueña en los cuadros de verdura y trabajos de arte mas inmediatos. La segunda maravilla del Escorial es la casa del Príncipe, encantadora quinta ó palacio campestre á donde se baja por una grandiosa alameda, entre parques suntuosos, sombríos y ricos en flores y perfumes.

¿Por qué, pues, aquel amor no la sostenía en las horas de prueba? ¿Por qué no era su refugio en los momentos sombríos? No podía admitir que, al pedir su mano, Huberto procediese por vanidad. ¡No! no podía creerlo.

Cuando la casa solariega fue secuestrada, mi madre se retiró a la pequeña en compañía de una o dos mujeres. Otro poderoso atractivo la seducía. Precisamente frente a las ventanas de la otra parte de la oscura callejuela estrecha y silenciosa, se alzaban y alzan todavía los elevados y sombríos muros aspillerados por algunas ventanas de un convento de monjas Ursulinas.

Aquí no parece haber nada observó Reginaldo, cuya cara estaba toda lastimada por las malezas espinosas y chorreaba sangre. Miré en contorno y tuve, con disgusto, que ratificar sus palabras. Los árboles eran grandes y sombríos donde estábamos parados, inclinándose algunos de ellos sobre la profunda quebrada por donde el río serpenteaba.

Don Melchor comprendió que su sobrino deseaba quedarse solo. No; me vuelvo a Sarrió. Avisa que enganchen. Despidióse de Belinchón y Cecilia en casa. Gonzalo lo fué acompañando a pie hasta la salida del parque. Ambos iban silenciosos y sombríos. El anciano, además, sumamente pálido.

Cuando Margarita pudo volver al estudio de la rue de la Pompe, Julio, que vivía en perpetuo mal humor, viéndolo todo con sombríos colores, se sintió animado por un optimismo repentino. La guerra no iba á ser tan cruel como se la imaginaban todos al principio. Diez días iban transcurridos, y empezaba á hacerse menos visible el movimiento de tropas.

Marchábamos por la orilla del mar, subiendo y bajando por una sucesión de colinas de poca altura, cubiertas de matorrales. Veíamos a lo lejos ruinas negruzcas de algún castillo, casas de campo, cuyas chimeneas arrojaban columnas de humo en el aire, verdes praderas, lomas también verdes y algunos bosques espesos y sombríos. El primer día, por la tarde, comenzaron las reyertas entre Ugarte y Allen.

Entonces le ha cogido la cabeza con las dos manos, fijando un instante sobre la infeliz, toda trémula, sus ojos sombríos, y después ha murmurado esas palabras melancólicas: ¡La expiación! ¡la expiación!