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Actualizado: 17 de junio de 2025
Ha llegado tarde este año, pero el que viene... ¡Pobre Santa Catalina! Ya puede aprovechar lo poco que le queda... ¡Viva San Pablo!... 25 de noviembre. Hoy gran fiesta para las solteras, jóvenes y viejas. A primera hora, esta mañana, Celestina, de muy buen humor, se paseaba en su cocina con ardor febril. Pero, mujer, te estás cansando le dije con conmiseración.
El señor Anguita, que no se calentaba, a pesar de hallarnos en los días más terribles de agosto, había adquirido recientemente un pandero con el retrato de una chula, y se había vuelto loco y casi nos había vuelto locos a todos. Ramoncita, siempre en conversación grave, importantísima, con sus amigas jamonas y solteras.
¡Siempre tu misma manía! Con esas ideas extrañas añadió Carmen todas debemos hacer lo posible para quedarnos solteras. El amor, para nosotras, sólo puede venir como una desgracia, replicó Zoraida. Y la voz le temblaba. Un día Adriana preguntó por Julio. ¡Está aquí! exclamó Carmen. Lo dejamos arriba, con abuelita, cuando tú llegaste.
En efecto, don Saturno se enamoró de una señora casada; pero le sucedió con ella lo mismo que con las solteras; no se atrevió a decírselo.
Debo advertir que se portaron bien y con verdadero espíritu militar en todo lo muy difícil y arriesgado que durante el sitio se les confió; pero su principal triunfo estaba en la calle Ancha entre muchachas solteras, casadas y viuditas. Llamábanse unos los <i>guacamayos</i>, por haber elegido el color grana para su uniforme, y estos formaban cuatro batallones de línea.
Es claro que esta mera circunstancia las hacia aparecer cristianas, puesto que todas las mujeres entre los sarracenos, casadas, solteras y viudas, llevaban tapado el rostro con solos los ojos descubiertos. En la Galia Narbonense, menos modestos, solian los clérigos cubrirse de púrpura, distintivo de los magistrados.
La petición no era otra que la mano de Abisag. Salomón estaba de tan buen talante con la radical curación de Echeloría, que en seguida consintió en que Abisag se casara. Además, Abisag iba ya pasando de la juventud a la edad madura, y como la mayoría de las solteras algo pasadas, estaba tan jaquecosa, que Salomón no la podía aguantar, y se alegró de salir de ella. Todos, pues, fueron felices.
Donde, como fuese acabada, el Inca ordenó é mandó que se hiciese otra fiesta, segun que las que ya os hemos contado, en la cual fiesta participasen é gozasen della ansí los señores como los demás sus súbditos; en la cual fiesta estuvieron treinta dias; en fin de los cuales mandó el Inca que luego saliesen de la ciudad del Cuzco cierta suma de orejones, los cuales fuesen por las tierras de aquellos señores que allí eran é supiesen é le trujesen por cuenta qué suma habia en las tales tierras é pueblos de mancebos solteros é mozas solteras, mandándoles á los caciques é principales que inviasen á hacer saber á sus mayordomos, llactacamayos que ellos llaman, que aquella era su voluntad é mando, é que luego con toda brevedad les dijesen é diesen la cuenta á los tales orejones de lo que se enviaba á saber, los cuales con toda brevedad volviesen; todo lo cual fué ansí hecho é despachado.
Contó el ex-coronel aventuras con solteras y casadas, que a su amiga le parecían mentira, y no las habría creído si no las oyera de labios de persona tan verídica y formal. «¿Pero has visto? Si eso se dice, no se cree... Y si lo escriben, pensarán que es fábula mal inventada. ¡Qué cosas hacen las mujeres! Bien dicen que somos el Demonio».
Además dijo entre dientes, he prometido dos centavos a San Antonio si sale bien la gran merienda. Esa gran merienda de que habla Celestina con énfasis, es un simple té que todos los años, el 25 de noviembre, ofrece la abuela a sus amigas y a las mías solteras.
Palabra del Dia
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