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Y mandó que luego otro dia, que cada uno de los del Cuzco, como le habia cabido la suerte de las tierras, saliesen á las aderezar y reparar y hacer sus caños y regaderas, todo lo cual fuese reparado y hecho de piedra de cantería, porque fuese el tal edificio de tal manera hecho, que para perpétuamente durase, mandándoles que pusiesen sus linderos y mojones altos, de tal manera hechos, que nunca se perdiesen, debajo de los cuales mojones y de cada uno dellos fuese puesta cierta carga de carbon, diciendo, que si en algun tiempo se cayese el mojon, que por el carbon que allí se hallase conocerian los linderos de las tales tierras.

Roque, que atendía más a pensar en el suceso de la hermosa Claudia que en las razones de amo y mozo, no las entendió; y, mandando a sus escuderos que volviesen a Sancho todo cuanto le habían quitado del rucio, mandándoles asimesmo que se retirasen a la parte donde aquella noche habían estado alojados, y luego se partió con Claudia a toda priesa a buscar al herido, o muerto, don Vicente.

En estos pocos dias se nos aniquiló la caballada por defecto de los pastos y la agua salada, y á un mismo tiempo se nos iba acabando el bastimento, pues no habia mas de siete toros: no obstante que el Comandante por divertir los pensamientos de la tropa, los hacia formar á las tardes, mandándoles hacer algunas evoluciones. Dia 26.

Andaba Doña Paca lentamente, la vista fija en el suelo, abrumada, melancólica, como si la llevaran entre guardias civiles. La niña reía, charlando con Polidura. Detrás iba Juliana arreándolos a todos, y mandándoles que fueran de prisa por el camino que les marcaba.

-Quizá, Sancho -respondió don Quijote-, no se estenderá el encantamento a quitar el conocimiento de Dulcinea a los vencidos y presentados gigantes y caballeros; y, en uno o dos de los primeros que yo venza y le envíe, haremos la experiencia si la ven o no, mandándoles que vuelvan a darme relación de lo que acerca desto les hubiere sucedido.

Donde, como fuese acabada, el Inca ordenó é mandó que se hiciese otra fiesta, segun que las que ya os hemos contado, en la cual fiesta participasen é gozasen della ansí los señores como los demás sus súbditos; en la cual fiesta estuvieron treinta dias; en fin de los cuales mandó el Inca que luego saliesen de la ciudad del Cuzco cierta suma de orejones, los cuales fuesen por las tierras de aquellos señores que allí eran é supiesen é le trujesen por cuenta qué suma habia en las tales tierras é pueblos de mancebos solteros é mozas solteras, mandándoles á los caciques é principales que inviasen á hacer saber á sus mayordomos, llactacamayos que ellos llaman, que aquella era su voluntad é mando, é que luego con toda brevedad les dijesen é diesen la cuenta á los tales orejones de lo que se enviaba á saber, los cuales con toda brevedad volviesen; todo lo cual fué ansí hecho é despachado.

Condescendió á sus ruegos, y mandándoles presentar todos los costales de papas que tuvieren para abastecer el ejército, que estaba muy escaso de pan, ofreciéndoles se los pagarian de buena , á sus justos precios en sus propia presencia.

Y, por acabar, llegué al postrer capítulo, que decía así: «Pero advirtiendo con ojos de piedad a que hay tres géneros de gentes en la república tan sumamente miserables que no pueden vivir sin los tales poetas, como son farsantes, ciegos y sacristanes, mandamos que pueda haber algunos oficiales públicos de esta arte, con tal que puedan tener carta de examen de los caciques de los poetas que fueren en aquellas partes, limitando a los poetas de farsantes que no acaben los entremeses con palos ni diablos, ni las comedias en casamientos, ni hagan las trazas con papeles o cintas, y a los de ciegos, que no sucedan en Tetuán los casos, desterrándoles estos vocablos: cristián, amada, humanal y pundonores; y mandándoles que, para decir la presente obra, no digan zozobra, y a los de sacristanes, que no hagan los villancicos con Gil ni Pascual, que no jueguen del vocablo, ni hagan los pensamientos de tornillo, que mudándoles el nombre, se vuelvan a cada fiesta.

Publicando esta determinación, invió los Sargentos mayores á todos los Capitanes, mandándoles que diesen la gente que tenían para pelear, dándoles á entender que por estar el fuerte tan abierto por todas partes y haber poca gente para guardarle, por los muchos que se habían ido y iban á los enemigos, y por la falta de agua, quería salir á la campaña con los que quedaban.