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Actualizado: 13 de julio de 2025


Al fin una blanca yegua, impulsada por el vértigo, cae sin vida en la rambla agotado ya el aliento, y soltando los estribos, por buena dicha á buen tiempo, queda una blanca figura de pié, lanzando reflejos de su rica pedrería, que de la luna á los besos irradia, cual los del sol, deslumbradores destellos.

Hablando así se quitaba el sombrero, luego el abrigo, después el cuerpo, la falda, el polisón, y lo iba poniendo todo con orden en las butacas y sillas del aposento. Estaba rendida y no veía las santas horas de dar con sus fatigadas carnes en la cama. El esposo también iba soltando ropa. Aparentaba buen humor; pero la curiosidad de Jacinta le desagradaba ya.

¡Ay, Plutón! exclamó Flora soltando una estrepitosa carcajada ¡Ay, Plutón! ¡qué gracia!... ¡Toma, Plutón!... ¡aquí, Plutón! Y se retorcía de risa, dándose en las rodillas con las palmas de las manos. ¡De qué te ríes , bestia! profirió el designado por aquel nombre mirándola iracundo. Flora no hizo caso alguno de su cólera y siguió riendo á boca llena.

Gallardo se aprovechó de esta compasión simpática para salir del compromiso. Marchando de lado contra el toro, lo hirió con una estocada atravesada y traidora. Cayó el animal como una bestia de matadero, soltando un caño de sangre por la boca. Unos aplaudieron sin saber por qué aplaudían, otros silbaron, y la gran masa permaneció en silencio.

Da vez en cuando enmudecía el coro y sonaba majestuosa la voz de don Joaquín soltando su chorro de sabiduría. ¿Cuántas son las obras de misericordia?... Dos por siete, ¿cuántas son?... Y rara vez quedaba contento de las contestaciones. Son ustedes unos bestias.

¡Con otra mujer! dijo ella, repitiendo la frase como una muletilla, a la cual no se saca sentido. Sus miradas vagaban por los dibujos de la colcha. , con otra mujer a quien conoces. El asesino le iba soltando a la víctima las palabras en dosis pequeñas, y la miraba observando el efecto que le causaban.

Y soltando el brazo de don Víctor corrió, levantando un poco la falda de la matinée que vestía, hasta perderse en la obscuridad de la bóveda. Quintanar la siguió dando voces: Espera, espera... loca, que puedes tropezar.

¡Hum! gruñó el gigante en señal de admiración, pero sin apartar los sentidos del roast-beef que tenía delante. ¡Qué horror! exclamó doña Martina, como siempre que se hablaba de este suceso inaudito: ya sabemos que su fuerte era la plancha. ¡Vea V., vea V. cómo come su hijo!..... soltando la carne ya mascada en el plato! Miguel se puso colorado otra vez hasta las orejas.

Y se dirigió a Pacita, poniéndose al mismo tiempo levemente colorada. Clementina le dirigió una mirada penetrante que concluyó de ruborizarla. ¿De qué se habla? preguntó Cobo Ramírez acercándose al corro. Casi nunca se sentaba en las tertulias. Le placa andar de grupo en grupo, resollando como un buey, soltando alguna frase atrevida en cada uno.

El duque, rodeado siempre de un grupo de fieles, se dejaba atufar a golpes de incensario, soltando a largos intervalos algún gruñido espiritual que los electrizaba, les hacía prorrumpir en exclamaciones de alegría. Las señoras eran las que más se distinguían por su entusiasmo.

Palabra del Dia

gallardísimo

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