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Santiago se había levantado prontamente, y aprovechando el error de sus hombres, les dijo en voz baja: Hijos míos, el valor y la sangre fría no son nada; ya habéis visto todos que, aun a riesgo de caer sobre millares de picas o de sables, me he precipitado ciegamente en el sollado... eso es audacia, sencillamente. ¡Viva nuestro Santiago! repitieron los marinos.

Tía Nisca logra ver el sitio que se destina á su hijo en la fragata. Sobre la carga que ésta lleva en sus bodegas, se han tendido unas tablas de pino; entre estas tablas y la cubierta, espacio mucho más bajo que la talla de un hombre, se han colocado en fila tantas colchonetas como son los pasajeros: una de ellas es la de Andrés. Este departamento es el que se conoce con el nombre de sollado.

Otros marineros se armaban precipitadamente de sables y puñales, y el maestro Zeli hacía disponer los garfios de abordaje. Kernok, después de haber tomado todas sus disposiciones, descendió al sollado y encerró a Melia que dormía en la hamaca.

No pudiéndose transportar los moluscos a bordo, pues tenían que estar algún tiempo al aire libre para que se secaran antes de amontonarlos en el sollado, se armaron tiendas en la playa para refugio de los hombres de guardia.

Llegados al puente, no encontraron más que despojos, jarcias destrozadas por el viento, un desorden, en fin, que anunciaba que aquel buque había sufrido cruelmente los efectos del levante. Pero de pronto se oyó un ruido desordenado en el sollado.

De todos modos, ¿no era lógico suponer que mayor peligro corría el Santa Ana, desarbolado, sin timón, y obligado a marchar a remolque de una fragata? Marcial fue puesto en el sollado, y Malespina en la cámara. Cuando le dejamos allí con los demás oficiales heridos, escuché una voz que reconocí, aunque al punto no pude darme cuenta de la persona a quien pertenecía.

Si mueres, que sea por tu voluntad; pero al menos yo compartiré tu suerte. Ahora, nada, nada en el mundo protegerá mi vida; ¡vuelvo a ser mujer como eres hombre! exclamó Melia que arrojó el saquito al mar. ¡Excelente muchacha! dijo Kernok siguiéndola con la vista mientras que dos marineros la bajaban al sollado por medio de una silla atada a una larga cuerda.

Ya dije que los heridos se habían transportado al último sollado, lugar que, por hallarse bajo la línea de flotación, está libre de la acción de las balas. El agua invadía rápidamente aquel recinto, y algunos marinos asomaron por la escotilla gritando: «¡Que se ahogan los heridos

Gracias, señor Durand; lo cierto es que vale más eso, que tener un brazo de menos dijo Grano de Sal envolviendo precipitadamente en estopa lo que le quedaba del dedo . Pero mire añadió , ahí llega un parroquiano, maestro. Era un herido que descendía al sollado; como estaba mal atado, cayó sobre el suelo, quedando muerto.

¡Voto a tal! sufro mucho decía el maestro Zeli. Estaba tendido en tierra en el fondo del sollado, iluminado apenas por un farol cuidadosamente cerrado; el muslo derecho estaba casi separado del tronco; en cuanto al izquierdo, una bala se lo había llevado.