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Actualizado: 16 de mayo de 2025


En cuanto llegaron y gustaron el chocolate, que les esperaba en el vasto salón con pavimento de ladrillo de la planta baja que servía de comedor, se diseminaron sin ceremonia por la casa y por la finca dispuestos a matar las horas del mejor modo posible hasta que sonase la de comer.

Ofrecióseles conciliar lo uno con lo otro disponiendo el decreto artificiosamente, de suerte que la corteza de la letra, á que habian de mirar los infieles, sonase á prohibicion de presentarse al martirio, pero que bien mirado el sentido, cual podian conocerle los prudentes cristianos, no incluyese ofensa de los mártires . Pero esta resolucion causó escándalo entre los cristianos ignorantes, desagradó á los mas ilustrados, y fué objeto de severas impugnaciones; causa tambien de reprobaciones y persecuciones nuevas.

Escucharon desde su cama, envueltos en la obscuridad, el rechinar de la cerradura y la entrada del señor Vicente, a tientas, en su habitación. Feli, apretando su boca contra un brazo del amante para que no sonase su risa, seguía, regocijada, todos los ruidos del «santo», adivinando su significación. ¡Plam! ¡plam! Era que se quitaba, los zapatones de fraile, arrojándolos lejos.

La muchacha también llevaba una cesta de blanco mimbre, cuyas tapas movíanse al compás de la marcha, haciendo que el interior sonase a hueco; pero no se preocupaba de ella, atenta únicamente a mirar con ceño a los transeúntes demasiado curiosos o a pasear ojeadas hurañas de la señora al cochero o viceversa.

Que cualquier gusano de la madera que de noche sonase, pensaba ser la culebra, que le roía el arca. Luego era puesto en pie y con un garrote que a la cabecera, desde que aquello le dijeron, ponía, daba en la pecadora del arca grandes garrotazos, pensando espantar la culebra. A los vecinos despertaba con el estruendo que hacía, y a no dejaba dormir.

Cuadró a todos lo que aquél dijo, y alteró mucho a mi amo; y dende en adelante no dormía tan a sueño suelto, que cualquier gusano de la madera que de noche sonase, pensaba ser la culebra que le roía el arca. Luego era puesto en pie, y con un garrote que a la cabacera, desde que aquello le dijeron, ponía, daba en la pecadora del arca grandes garrotazos, pensando espantar la culebra.

Alarmarse por una frase inspirada por la malignidad, le pareció puerilidad, y como sonase la campana para el almuerzo, se reunió a su familia en el comedor, sintiéndose completamente repuesta de su corta pero fuerte emoción. Hacia las cuatro, terminados los arreglos, las dos jóvenes bajaron al jardín y se instalaron en la terraza. Las dos se sentían incómodas.

Pero á él le habían amenazado con cacofonías, y necesitaba responder con algo que sonase aún mejor y largó fisimánicos, y por si aún era poco, la bofetada que, como él decía, nunca estaba de más.

Jaime, irritado, se proponía dominarla: por algo era hombre. Al fin fue consiguiendo que el piano sonase menos y que ella viese en su persona algo más que un retrato viviente del ídolo. En su feliz embriaguez les pareció feo Munich y enojoso aquel hotel donde les habían conocido extraños el uno al otro.

La otra puerta que separaba el comedor del gabinete, tenía los vidrios tapados con visillos de algodón rojo, y cuando alguien la dejaba entornada, fácilmente se oía el tic-tac continuo de un antiguo reloj de pesas, que lanzaba un quejido metálico antes que sonase el timbre en cada hora.

Palabra del Dia

atormentada

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