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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Respondió Roger á su cuñado, y al Emperador en la misma conformidad y escribió: que la necesidad le habia obligado á dar de palabra satisfacion á todo el ejército, porque si no lo hiciera, se acabáran de confirmar en sus sospechas, y que sin duda le matáran: que él siempre seria fiel y reconocido á las muchas honras y mercedes que de su mano habia recibido, y que si de lengua le habia ofendido fué, porque los Catalanes no le ofendieran con efecto, tomando por cabeza otro Capitan que libremente les dejara ejecutar su ímpetu; que se sirviese de socorrerles con algo, porque de otra manera no se atrevia á reducirlos, porque él apenas tenía mil hombres que le obedeciesen.
Era otro hombre: su audacia consideraba con desprecio todos los obstáculos. Sentíase capaz de robar, de matar, por su hijo. No tenía otra herramienta, otra arma, que su pluma, pero haría de ella un puñal, una palanqueta, algo implacable que sirviese para la muerte y el despojo. Lo que no había osado hacer por el amor, lo haría por su hijo.
A estos efectos pudiera cargársele de aumento, sobre el principal costo de Buenos Aires, un 40 o 50 por ciento, para que así sufragasen los costos de conducción, averías y menoscabos que pudieran sufrir, y las alcabalas que debían pagar, y que dejasen una buena ganancia, para que ésta sirviese en utilidad del común, en los fines y términos que después se dirá.
A continuación le abrochaba la chaqueta, le subía el cuello, para que el blanco de la camisa no sirviese de punto de mira, los manoseaba a los dos cariñosamente, lo mismo que una madre manosea a sus niños antes de enviarlos al paseo. Pero su bondad no iba más allá del tacto.
Prevenía sus deseos, echándole agua en el vaso, alargándole los entremeses, el pan, todo lo que pudiera serle agradable, haciendo seña al criado para que le sirviese vino cuando advertía que sus copas estaban vacías, con esa oportunidad desembarazada, elegante, del hombre educado en la cumbre de la sociedad.
Era bueno y afable con los discípulos, y hombre de mucha voluntad en el cumplimiento de su deber: suscitábanse dudas entre nosotros acerca de sus conocimientos filológicos y literarios, que le hubiesen quizá acarreado nuestro desdén si una especie muy grave que unos a otros nos decíamos en secreto al oído no le sirviese de respetuosa salvaguardia. Afirmábase como cosa segura que D. León o el Sr.
Duraba aún la disputa, cuando don Rosendo llamó a la puerta para preguntarles si deseaban que se les sirviese el almuerzo allí o querían venir al comedor. Gonzalo optó por esto último, porque de ningún modo quería mostrarse frío con su suegro y cuñada. El almuerzo fué triste.
Cecilia, que venía a pedir a su madre las llaves de los armarios, salió de la estancia dirigiéndole una tranquila sonrisa de despedida. Comenzaron los preparativos de matrimonio. Doña Paula tuvo la delicadeza, rara en una mujer nacida en el pueblo, de no consentir que pieza alguna de ropa destinada a Cecilia sirviese para su hermana. Hízose, pues, un nuevo equipo apresuradamente.
En este año se hicieron rogativas por causa de la peste que padecian Cartagena y otros pueblos, y habiendo pedido el rey trigo para socorrer la plaza de Orán, se le facilitaron 400 fanegas. Dieron á la iglesia, el arcediano de Córdoba D. Juan de Esquivel un gran brasero de plata para que sirviese en las Pascuas en la capilla mayor; y el Dr.
Entonces, le oí rogar a su antiguo compañero que le sirviese de padrino en un lance de honor... a propósito de unas palabras... que usted ignora sin duda, tía Liette... La anciana movió la cabeza. No, no ignoraba nada, ni el ataque ni la defensa, y una presión significativa de sus temblorosos dedos dijo su tierno agradecimiento hacia su valiente campeón.
Palabra del Dia
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