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De pronto ponía al galope su caballejo incansable, para sorprender á los peones que trabajaban en el otro extremo de su propiedad. Una mañana sintió impaciencia al ver que había pasado la hora habitual de la comida sin que Celinda volviese á la estancia. No temía por ella.

No importa dijo Sebastián ; puede ser un dolor reflejo. ¿Y qué es eso? No lo ; pero me consta que los hay. No era tal cosa; era un dolorcillo reumático ambulante; pocos momentos después lo sintió Emma en la espalda. Resultó, en fin, que no era nada; pero siempre sería cierta una cosa: que Bonifacio estaba tocando la flauta en el instante en que su esposa se creía a las puertas del sepulcro.

Tuvo miedo de lo sobrenatural; creyó que iba a aparecérsele algo.... Pero aquel pánico pasó, y la pobre niña sin madre sintió dulce corriente que le suavizaba el pecho al subir a las fuentes de los ojos. Las lágrimas agolpándose en ellos le quitaban la vista. Y lloró sobre las Confesiones de San Agustín, como sobre el seno de una madre. Su alma se hacía mujer en aquel momento.

Unos cuantos pasos más, y se quedaba dentro para siempre.... De pronto, Juanito se sintió cogido por los brazos, zarandeado y empujado hacia atrás con tal fuerza, que estuvo próximo a caer. Pero ¿adonde va usted? ¿Está usted loco...? El que le hablaba era el guardavía, un mocetón de blusa azul con iniciales rojas.

Adriana sintió suspirando y con una secreta exaltación de júbilo que dos lágrimas le ardían bajo los párpados: "Oh mon fiancé, souffres-tu, dit elle, Quand le vent d'hiver gémit dans le bois, Quand la froide pluie aux tombeaux ruisselle? Pauvre ami couché dans l'ombre éternelle, Entends-tu ma voix?"

Estoy cansado contestó Zalacaín. ¿No quieres jugar? No. Juega si quieres. Carlos, que había comprobado una vez mas la simpatía de su hermana por Martín, sintió avivarse su odio. Había venido aquella vez Carlos Ohando de Oñate más sombrío, más fanático y más violento que nunca.

En cambio, don León acogía con indulgencia y agrado los primeros vagidos de mi musa: escuchábalos atentamente y los proponía, como dignos de imitarse, a los discípulos. No pocas veces, leyéndole alguna composición, se sintió interesado vivamente hasta el punto de acercar más la silla, inclinar el cuerpo y exclamar con vehemencia: «¡Prosiga, querido, que me deleita

Sintió necesidad de ver de lejos las ventanas del estudio, como si esto pudiese proporcionarle noticias. Y para justificar ante su propia conciencia una exploración que contrastaba con sus propósitos de olvido, se acordó de que su carpintero habitaba en dicha calle. Vamos á ver á Roberto. Hace una semana que me prometió venir.

¡Y reían! ¡Y le aconsejaban la sumisión, burlándose de sus esfuerzos generosos, alabando a sus opresores!... ¿Pero es que la esclavitud había de ser eterna? ¿Las aspiraciones humanas iban a detenerse para siempre en esta momentánea alegría de bruto satisfecho? Salvatierra sintió que se desvanecía su cólera; que la esperanza y la fe volvían a él.

Desde media noche sintió Maxi un entorpecimiento particular dentro de la cabeza, acompañado del presagio del mal. La atonía siguió, con el deseo de sueño no satisfecho y luego una punzada detrás del ojo izquierdo, la cual se aliviaba con la compresión bajo la ceja. El paciente daba vueltas en la cama buscando posturas, sin encontrar la del alivio.