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Fué tan sincero el tono de estas palabras, que el coronel, impresionado por ellas, no reparó en lo extrañas que resultaban dichas por un especialista de las leyes del honor. La conversación se hizo más íntima y cordial, como ocurre siempre que se da por terminado un negocio arduo.

Mis primeros meses de riqueza los pasé amando, amando con el sincero apasionamiento de un inexperto.

Doña Paulita, que ya tenía la palabra en la nariz para reprender á Clara, se conmovió al verla ulcerar, y la tranquilizó diciéndole: La Magdalena pecó y fué perdonada. Lo que ahora le falta á usted es un sincero arrepentimiento. ¿Pero de qué me he de arrepentir? dijo Clara sollozando. ¡Jesús! ¡qué tono tan del día y tan ... liberal! exclamó Salomé, creyendo decir una gracia.

Pues ni eso poco me concedes: ya ves que no puedes concederme menos... y es natural, muy natural, que lo sienta; y sintiéndolo, que te lo diga; lo cual no debe extrañarte, porque también me querrás sincero antes que falso... ¿No es así, Nieves?... En este supuesto, todavía tengo que decirte más, y te digo que es cierto que nunca te vi entusiasmada con tu primo; pero que también es verdad que lo de ese disgustillo de que te acabo de hablar, es cosa nueva en ti: desde que estamos en Peleches.

Haces mal en hablar así... la Pampita es incapaz de una coquetería, ni de una farsa: me ha revelado un propósito firme y sincero, que nada ni nadie hará modificar. Bueno; no te resientas. ¡Si no me resiento! Haces una defensa que lo parece. Es que pretendes presentar a la Pampita como a una cualquiera.

Rita era la única mujer que su primo Rafael Arias había amado seriamente: no con una pasión lacrimosa y elegiaca, cosa que no estaba en su carácter, el más antisentimental que entre otros muchos resecó el Levante indígena, sino con un afecto vivo, sincero y constante.

Señorita, y ¿con qué título puedo yo permitirme comentar sus actos ni aquilatar sus gustos? No se trata de eso. ¿Es que le parece a usted mucho dinero? Cuando yo tengo confianza con Vd., debía Vd. tenerla conmigo. El marco es hermoso y vale lo que cuesta. No es Vd. sincero. ¿Por qué, señorita? Se lo conozco a Vd. en la cara; sea usted franco, hombre, sea Vd. franco.

Estaba resuelto a hacerle comprender que no era ningún chicuelo o mentecato de quien se pudiera burlar impunemente. Después de todo, salvando su hermosura, que seguía reconociendo, lo que en ella amaba y admiraba más era el espíritu candoroso y sincero que pensaba poseía.

Con caracteres en extremo simpáticos aparece la figura de don Gaspar Esteban Murillo, alma sencilla, natural bondadoso, espíritu creyente y sincero y hombre de fe, que entre otras muy estimables cualidades, poseía la de ser en extremo dado á las obras filantrópicas, acudiendo, siempre que podía, al socorro de los seres verdaderamente necesitados.

Además de esto, Doña Francisca estimaba en ella el amor intenso a los niños de la casa; amor sincero y, si se quiere, positivo, que se revelaba en la vigilancia constante, en los exquisitos cuidados con que sanos o enfermos les atendía.