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Actualizado: 13 de julio de 2025
Valeria era sincera sin dureza y cariñosa sin lisonja, armonizándose por ello las condiciones morales de ambas, en tal grado, que no hubiera podido precisarse cuál valía más, si la orgullosa cuando sabía ceder, o la humilde cuando sabía imponerse. Milagros del corazón, que dobla lo fuerte y se somete a lo débil.
Sí, Juan se había formado para ella, adquiriendo por ella instrucción, educación y hasta la sobria elegancia que le había llamado la atención, cuando vio al joven en el escritorio. Un alma ardiente, leal y sincera como la de María Teresa, no podía enorgullecerse de tal triunfo sobre una alma fuerte.
Todos estos cuadros, que, por ejemplo, se observan en Los Prados de León, en Los Tellos de Meneses, en Los Benavides y en otras muchas comedias suyas, son tan lozanos y enérgicos, que á no estar completamente estragado por las descoloridas imágenes, que en nuestros tiempos se han vendido por poesía, no se puede menos de tributarles nuestra sincera admiración; y por mucho que se repitan, siempre parece nueva la impresión que nos hacen.
Sobre tal contraste, que da lugar a escenas emocionantes y en que se mueven personajes intensamente humanos, se funda el argumento de esta novela, acerca de la cual no diremos nada más para no malograr la conmoción honda y sincera que ella produce en el ánimo del lector.
¿Vuestra felicidad? ¿Estáis bien cierta de que esa mujer sea sincera? ¡Oh! amigo mío; esa duda es una gran injusticia. ¡Sospechar de Marta, un ángel de generosidad y compasión! ¿Estáis cierta? ¿No finge? Entonces, Elena, debe ser sin duda de la familia de vuestro padre, porque sólo la voz de la sangre puede inspirar palabras y sentimientos como los que ha expresado delante de mí.
Es el álbum un libro misterioso Donde todos deponen suaves flores: Allí ofrece el amante sus amores, Y el amigo su sincera oblacion; Allí están los recuerdos del hermano, Del padre, del amigo y del esposo, Y el crugir de sus hojas, armonioso, Es un eco del tierno corazon.
El hecho mismo de que Burton Blair, habiéndome ocultado su amistad si es que existía amistad con este vigoroso monje, de cara bronceada y arrugada, me hacía abrigar contra él una especie de vaga desconfianza. Y, sin embargo, cuando recordaba el tono de la carta que le había escrito a Blair, ¿cómo podía dudar de que su amistad, aun cuando secreta, no fuese real y sincera?
Y Ariosto, con la leyenda El Perro precioso, inserta en el Orlando, le disculpa mucho más. Yo no le disculpo, pero le excuso, aunque no sea más que por el desinteresado amor y la admiración sincera que infunde el hombre rico, como no sea una bestia, aun en las almas más escogidas y nobles.
Es tímida y es ingénua, sincera en sus sentimientos y sabe cubrir de rosas celestes nuestros caminos cuando se apaga, entre el lloro de los ojos macilentos y gritos de horror, la estrella de nuestros pobres destinos.
Cuando ya no me veía más que como una línea del paisaje igual que una piedra ó un tronco de árbol, yo, satisfecho de verlo á él tranquilo, le miraba tranquilamente. En él no hay fraude alguno. Con fe sincera pone su cebo, lanza su caña y durante minutos y horas espera que el pez indiscreto tenga la desgracia de morder el anzuelo.
Palabra del Dia
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