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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Era también triguera el agua de la fuente, porque sus raras cualidades consentían, aunque era difícil operación y que debía hacerse con gran sigilo, que valiéndose de una escoba de palma enana, se rociase con ella el trigo que se iba a vender, dejándolo expuesto al sol para que se secase.

Y en todo caso las encargaban sumamente, que no confesaran estos delitos a Sacerdote alguno, añadiendo blasfemos, que para estos crímenes contra la fe no había sigilo de confesión, sinó que luego los delataban al Tribunal.

Parece ser que la castidad de D. Diego Valcárcel no era tan extremada como se creía; su verdadera virtud había consistido siempre en la prudencia y en el sigilo; sabía que el mal ejemplo y el escándalo son los más formidables enemigos de las sociedades bien organizadas, y él, visto que no le era posible conservarse en casta viudez, entre seducir a las criadas de casa y a las doncellas de su hija, y, tal vez, como la tentación le había apuntado varias veces a la oreja, a las respetables clientes, desamparadas señoras que acudían a su despacho en demanda de luces jurídico-morales, como él decía; entre esto y reglamentar el vicio, las inevitables expansiones de la carne flaca, optó por lo último, organizando con sabia distribución y prudentísimo secreto el servicio de Afrodita, como decía él también.

Avancé con sigilo en las tinieblas procurando orientarme y llegué hasta la tumba de Magdalena... Pero, ¡cuál no sería mi sorpresa cuando vi una sombra humana tendida sobre la sepultura! un paso más y reconocí al doctor.

Marroquín, que estaba paseando por el corredor y le vio subir, no tardó en seguirle también sin hacer ruido. A entrambos los siguió Miguel con más sigilo aún.

No dormía, sin embargo, todo el mundo en la casa; a las once y media abrióse con gran sigilo la puertecilla del jardín pegada por dentro al invernadero, y salió a la calle cautelosamente un bulto negro, que cerró por fuera y se alejó rápidamente, guardándose la llave.

No; me parece que fue en el célebre día, cuando dijo: «Hágase la luz»; porque esto es luz, amigo mío, y quien dice la luz, dice el entendimiento. Señó miloro dijo Poenco acercándose a mi amigo para hablarle con oficioso sigilo ; María de las Nieves está ya loquita por vucencia. Se hizo todo, y ya tiene su pañolón, sus zarcillos y su basquiña.

No me atrevía yo a hablarle de ciertos puntos. Le decía que era su madre, pero no le decía de qué suerte era su madre, como deseando que lo ignorara. Y salvo en lo indiferente y en las relaciones entre ella y yo desde que nació ella, ponía yo en toda mi vida, cuando con ella hablaba, un sigilo harto embarazoso.

Se cuenta que D. Ventura de la Vega, agobiado ya por las enfermedades y previendo su próxima muerte, llamó un día á sus hijos para confiarles, antes de morir, un misterioso secreto, cuya pesadumbre le abrumaba el alma. Después de recomendarles el sigilo, que ellos han roto, pecado de que creo debemos absolverlos, aquel padre cariñoso les confesó que el Dante le aburría. A no me aburre Göethe.

No quisiera incurrir en murmuración ni ser maldiciente, aunque sea con todo sigilo y de para Vd.; pero a menudo me doy a pensar que tal vez sería más difícil empresa el moralizar y evangelizar un poco a estas gentes, y más lógica y meritoria, que el irse a la India, a la Persia o la China, dejándose atrás a tanto compatriota, si no perdido, algo pervertido. ¡Quién sabe!

Palabra del Dia

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