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Actualizado: 19 de julio de 2025


No me preguntéis nada de eso replicó Mathys . El día de nuestro casamiento lo sabréis todo. Antes no me arrancaréis una palabra. Vos misma reconoceréis que este silencio era una plausible prudencia. Hablemos ahora de asuntos serios. La escena que acaba de producirse entre la condesa y yo, no nos permite esperar largo tiempo. Debemos apurar cuanto se pueda nuestro casamiento.

Y de vez en cuando se refería a Lucía, pero hablando en español para hacer notar el concepto inferior en que la tenía: ¡Oh! si usted supiera el trabajo que ella me da, para interesarla en los estudios serios. Y ella es inteligente, señor, pero aquí las niñas no tienen afición, porque están muy mal educadas. Ellas no tienen base, señor, no tienen base.

Otros, más serios, mostraban en su gesto el noble disgusto de los que temen presenciar una mala acción inevitable. El Ferrer permanecía impasible en uno de los rincones más apartados, buscando empequeñecerse, pasar inadvertido entre los camaradas.

Si ella es buena, no le querrá a Vd. para marido, ni siquiera para amante; pero, por amor de Dios, no sea Vd. clérigo tampoco. La Iglesia ha menester de otros hombres más serios y más capaces de virtud para ministros del Altísimo. Por el contrario, si Vd. ha sentido una gran pasión por esta mujer de que hablamos, aunque ella sea poco digna, ¿por qué abandonarla y engañarla con tanta crueldad?

Los grandes casi siempre van serios y bien compuestos como los estudiantes alemanes. Plácido seguía el paseo de Magallanes para entrar por la brecha antes puerta de Sto. Domingo, cuando de repente recibió una palmada sobre el hombro que le hizo volverse inmediatamente de mal humor. ¡Olé, Penitente, olé, Penitente!

Dejando á un lado la poesía, y pasando á los poetas, tengo que decirle cosas que le parecerán un poco paradójicas, y que sin embargo no son menos positivas, ni menos prácticas, que las anteriores. Vdes., los hombres prácticos, sérios y positivos, tienen una manera muy singular de juzgar de la capacidad de los demas hombres, y la llamo singular, por no darle el nombre de absurda.

Era también la hora en que el squire prefería hablar en voz alta, repartir rapé y palmear las espaldas de los invitados a seguir sentado frente a la mesa de «whist». Esta preferencia exasperaba al tío Kimble que, estando siempre alegre en las horas de los negocios serios, se ponía grave y hasta violento cuando se trataba de jugar y beber aguardiente.

Estos soberanos promovieron con más ardor que todos sus predecesores la cultura de sus súbditos; y así ellos como los grandes de su reino, adelantaron á la nación en el cultivo de la ciencia y las artes, y su influjo fué tanto más fructuoso, cuanto que se oponía á la preocupación admitida, de que las más nobles ocupaciones del espíritu eran incompatibles con las virtudes caballerescas . La reina, en especial, se propuso favorecer estas tendencias civilizadoras, y en los últimos años de su vida se esforzó, no obstante sus numerosas ocupaciones, en corregir los defectos de su primera educación, dedicándose á los más serios estudios.

¡Y tan seria, condesa! ¡Como que me ha costado ya quince millones de pesetas! ¿Le parecen a usted poco serios estos millones? Las señoras le contemplaron con admiración, fascinadas por el caudal enorme que aquel hombre manejaba. ¿Pero a esos millones no piensa usted sacarles un rédito? dijo Lola que presumía de entender algo de negocios. El duque volvió a soltar otra carcajada.

Los enfermos raras veces se dedican á estudios serios, y así sus equivocaciones son de poca trascendencia; ademas que ellos mismos, ó sus allegados, bien pronto notan la alteracion del órgano, con lo cual se previene oportunamente el error.

Palabra del Dia

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