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Actualizado: 18 de junio de 2025
Y recordaba, sobre todo, aquella entereza de san Juan Crisóstomo, que supo desestimar los halagos de una madre amorosa y buena, y su llanto y sus quejas dulcísimas y todas las elocuentes y sentidas palabras que le dijo para que no la abandonase y se hiciese sacerdote, llevándole para ello a su propia alcoba y haciéndole sentar junto a la cama en que le había parido.
Y cuando su corazón de madre estuvo saturado de orgullo, me hizo sentar a su lado en las almohadas, apoyó su cabeza en mí y concluyó casi por ponerla sobre mis rodillas. ¡Oh! ¡Qué frescura! murmuró. En seguida cerró los ojos, respirando tranquila y regularmente, como si durmiera. Enjugué con mi pañuelo el sudor que cubría su frente.
Me irrito, porque sé bien por dónde viene el agua al molino. A mí me gusta que se hable con franqueza. El herir a una persona solapadamente es una cobardía, ¡sí, señor, una cobardía! Pero mujer decía el pobre anciano con sonrisa tímida, si nadie ha tratado de herirte aquí. No he hecho más que sentar una apreciación general, que nada tiene que ver contigo.
Espera, espera, que te voy á sentar los cinco en esa cara de documento. Al decir esto, tiro al majo de la capa, y con mano más pesada que una maza de batán, cogió á Clara por un brazo y la detuvo. Si no fuera porque está aquí esta señora dijo el chulo, cuadrándose ante la jamona ahora mesmo te volvía las narices al revés.
Buen trabajo y bastante ruido costó sentar a tanta gente; pero al fin se consiguió gracias a la actividad del dueño de la casa, poderosamente auxiliado de un joven que traía el pelo por la frente, a quien ya tuvimos el honor de conocer la noche del sarao celebrado con motivo del santo de doña Gertrudis. La comida fue digna del anfitrión. Ningún refinamiento gastronómico se echaba de menos.
Hízola sentar a algunos pasos de la baranda, sobre el terrazo, y permaneció de pie, recostada sobre una de las columnillas que sostenía la galería. Miraba a la mar sobre la que continuaban pasando algunas luces intermitentes. Después de un largo silencio, alzó la voz nuevamente: Eres una loca, querida Juana dijo , eres una loca, como yo lo he sido, como lo somos todas en el principio de la vida.
En la estancia donde nos paramos no encontré más adornos que enormes tinajas enclavadas en la tierra, y sentándose y haciéndome sentar el soldado sobre las tapas de hierro que las cubría, me relató el encanto y el prodigio más estupendo que puede forjar la imaginación más maravillosa.
Anduve detrás de mi madre, cogido a su falda, sin dejarla hacer nada, hasta que vino el viejo Irizar, con su traje negro y su sombrero de copa, y me tuve que sentar junto a él en el banco del centro. Poco a poco fueron entrando mujeres vestidas de luto, que se arrodillaban, extendían paños negros en el suelo, desarrollaban la cerilla amarillenta y la encendían.
Haciéndome sentar entonces y poniéndose de espaldas á la chimenea, dijo: Señor marqués de Champcey d'Hauterive, me preparaba ayer á escribirle, cuando supe su llegada á París, la que me permite informarle á usted in voce del resultado de mi celo y de mis operaciones. Presiento, señor, que ese resultado no es muy favorable.
56 La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie probó a sentar sobre la tierra, de ternura y delicadeza, su ojo será maligno para con el marido de su seno, y para con su hijo, y para con su hija,
Palabra del Dia
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