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Actualizado: 9 de julio de 2025
De modo que usted cree que ni por liviandad, ni por conveniencia, ni por perversión ni por nada puedo transigir con la deshonra. Cabal. Si fueras hija mía, y como a hija te quiero desde que tu padre me encomendó tu porvenir, no me inspirarías mayor confianza. Siempre dije que si para ser feliz bastara tener clara idea de lo que es bueno y voluntad de seguirla tú serías dichosa.
Eso es imposible. Yo no creo que entrar monja sea morir, sino seguir la mejor vida. Ya he dicho que no discuto, ni trato de teologías con V. Concedo, pues, que la vida del claustro es la mejor vida; pero es cuando hay vocación para seguirla; cuando no se va al claustro desesperada, casi loca, llena de desatinados terrores. Vuelvo á repetir á V. que me deje, Sr. D. Fadrique. ¿Para qué hablar?
Atraviesan el puente levadizo y continúan su carrera por el prado inmenso, que termina allá, en el bosque de abetos. Gertrudis da un regate hábil, pasa como una flecha junto a Juan, y antes que él haya podido seguirla está al otro lado del río.
Diciendo esto, corría la hermosa doncella por el centro del arroyo, llevando posado en el hombro su asustado halcón, apartando rápidamente con las manos las ramas que le impedían el paso, saltando á veces de piedra en piedra y ganando terreno con ligereza tanta que á Roger le costaba trabajo seguirla.
Encontráronse con que la generación posterior avanzaba más que ellos, y no quisieron seguirla. Al crearse el club, no tuvo más objeto que discutir en principio las cuestiones políticas; pero poco á poco aquel noble palenque, abierto para esclarecer la inteligencia del pueblo, se bastardeó. Quisieron los fontanistas tener influencia directa en el gobierno.
Fabrice no tardó en seguirla; una vez en sus habitaciones paseóse largo tiempo de arriba abajo, torturado por supremas incertidumbres; después se sentó delante de una mesa, tomó una pluma y escribió la siguiente carta: «Señorita: »Me permito decir a usted por escrito lo que me ha faltado valor para expresarle de palabra. Mi carta será corta.
Perdone usted dijo extendiendo su fina mano como para cortarle la retirada; si no comprendo mal, es a la señorita Raynal a la que se refieren sus insinuaciones... No diré a usted que eso no es digno de un noble, ni siquiera de un caballero... Pero, ¿no la ha mirado usted nunca? Dispense usted, señorita, pero la cuestión se extravía a un terreno muy delicado al que no puedo seguirla.
Por esto cuando Leonora se presentó sobre las tablas un invierno con el alado casco de walkiria, tremolando la lanza de virgen belicosa, prodújose aquella explosión de entusiasmo que había de seguirla en toda su carrera. El mismo Hans se estremeció en su sillón de director, admirando la facilidad con que su amante había sabido asimilarse el espíritu del maestro.
Pero ella obedeció, ajustándose el sombrero para marcharse. ¡Cómo! exclamó Laura sorprendida. ¿Usted pretende imponerse? ¡No! ¡Déjela! ¡Perverso! ¡Pícaro! Adriana acalló sus palabras con una caricia, y luego hizo a la sirvienta seña de seguirla. Y salió, después de besar, rápidamente, a Zoraida y a Carmen. Sus pasos y sus sollozos resonaron en la escalera del vestíbulo.
Y volvía a reír cruelmente, regocijada por el contraste entre las palabras del discurso y aquella loca proposición de abandonarlo todo para seguirla en su correría por el mundo. ¡Ah, farsante!
Palabra del Dia
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