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Actualizado: 9 de julio de 2025
Como no frecuentaba la alta sociedad ni podía asistir al teatro, para procurarse este placer necesitaba seguirla en la calle o en el paseo cuando no iba en coche. También averiguó que iba los domingos a misa de dos en los Jerónimos; allí la pudo contemplar con más espacio y sosiego. Había dado cuenta a su hermana del hallazgo, pero no hizo ningún esfuerzo para mostrárselo.
¿Sabe usted el jardinillo de la Plaza Mayor? Pues... pasado mañana a las siete y media. De siete y media a ocho. Corriente. Adiós. Julia salió del café arrebujándose en el mantón; don Juan pagó en un abrir y cerrar de ojos, se echó a la calle, miró en todas direcciones deseoso de ver a la muchacha para seguirla y... nada; como si se la hubiese tragado la tierra.
Pero esta suspensión de su movimiento fue pronto vencida del prurito de lógica que le dominaba, y se dijo: «No; voy a casa, y han dado ya las diez... Luego, no debo detenerme». Siguió por la calle de Postas y Vicario Viejo, y antes de desembocar en la subida a Santa Cruz, vio pasar a Aurora, que salía de la tienda de Samaniego para ir a su casa. «¡Qué tarde va hoy!» pensó, siguiendo tras ella por la calle arriba, hacia la plazuela de Santa Cruz, no por seguirla, sino porque ella iba delante de él, sin verle.
Me voy, celebrando mucho que no haya sido el objeto de su persecución el que yo sospechaba.... De todos modos, sin embargo, le ruego no continúe en ella.... Ya ve usted; soy casada, y cualquiera podría pensar que yo la aliento o doy algún motivo.... Pierda usted cuidado, señora. Desde el momento en que a usted le molesta me guardaré de seguirla.
Allí no hay mas edificio que un castillo, hoy propiedad del conde de Hornachuelos, cuya construccion es moderna comparativamente á la época de que se trata, aunque en él se descubran cimientos y muros del tiempo de los árabes. A falta, pues, de mas sólidas razones con que destruir la piadosa tradicion, séanos dado seguirla.
Ojeda la vio venir hacia él pasando ante el grupo que formaban el barón y sus amigos en la terraza del fumadero. Todos la consideraron con indiferencia, y ni siquiera volvieron los ojos para seguirla mientras se alejaba. La atención era para el héroe, que, con el carrillo hinchado, relataba por cuarta vez cierto desafío terrible en el que casi había matado a su rival.
No se atrevió el Mariscal a seguirla: no quiso tampoco enterar a nadie de los términos poco amistosos con que aquella entrevista había terminado, y así, aparentando reposo y sin dejar traslucir lo que pasaba, salió del castillo con los escuderos que le habían acompañado, y se volvió a Baena.
Seamos serios: están organizando una partida, vamos, a reunimos a nuestros amigos, salvo que usted no prefiera... Yo no prefiero nada al placer de seguirla a usted, de verla, de oírla... Martholl transportó sillas de tijera y se instalaron a fin de poder conversar mirando el juego.
No le contesté en atención a que me lo rogaba. «Le haré a usted compañía desde lejos me escribía, tanta como me sea posible.» Y durante todo el tiempo que duró su ausencia, con intervalos regulares puso la misma paciencia en escribirme; así me recompensaba por mi obediencia al no seguirla.
La gente se cansó de seguirla con los ojos, y fue esparciéndose por el paseo y el jardín de invierno, donde aguardaba el café humeando en las tazas. Ojeda entabló conversación con míster Lowe antes de volver a su mesa, ocupada ya por Maltrana.
Palabra del Dia
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