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Actualizado: 20 de junio de 2025


Sólo variaba la postura, y para muchos ofrecía mayor seducción volver á la tierra de un modo fulminante, en plena embriaguez heroica, con una idea generosa en el pensamiento, que extinguirse lentamente entre sábanas, frente á una pared, manchado y envilecido por todas las suciedades de una materialidad que empieza á disgregarse.

Pero trascurrió más de un instante primero que saliesen de la cocina y entrasen de nuevo en la esfoyaza. El capellán quiso proseguir su obra de seducción sentándose otra vez al lado de la graciosa morenita; pero ésta hizo pedazos sus redes con un desdén tan manifiesto que irritado y mohino no tardó en despedirse de la reunión, montar á caballo y emprender la vuelta de Iguanzo.

Me creí amenazado de la eterna historia de una seducción vulgar; pero, prefiriendo oírla a verla emborracharse, me dispuse a escuchar, y ella siguió de este modo: Voy a contártelo. En primer lugar, yo no me llamo Elvira: mi verdadero nombre es Nicolasa. Soy de un pueblo de cerca de Madrid.

Nada de eso era efecto de cálculo: cedía a ello con bastante ingenuidad para no dejar margen a tener que reprocharme nada si algo había que se asemejara a la más leve apariencia de seducción; pero inocentemente o no ello es que yo cedía. Ella parecía dichosa.

Todo ese conjunto es tan pintoresco, que aún en medio de los rigores del invierno conserva su gracia y seduccion.

Por otra parte, el fracaso de su tentativa de seducción le hizo más malhumorado y sombrío. Una noche, aún no convaleciente de su enfermedad, producida por el despecho y la cólera, se levantó de la cama, en donde no podía dormir, y bajó al comedor. Abrió una ventana y se asomó a ella. El cielo estaba sereno y puro.

Si esa ciudad tiene monumentos interesantes para el artista, y fortificaciones de gran importancia para el militar, tambien llama la atencion al que resiste á la seduccion de los primeros y la fascinacion de las segundas, á causa del movimiento activo de la poblacion.

Antes que ella quisiera, Ana sintió sus dedos entre los del enemigo tentador... debajo de la piel fina del guante la sensación fue más suave, más corrosiva. Ana la sintió llegar como una corriente fría y vibrante a sus entrañas, más abajo del pecho. Le zumbaron los oídos, el baile se transformó de repente para ella en una fiesta nueva, desconocida, de irresistible belleza, de diabólica seducción.

Era rubia, de un blanco de jaspe, de facciones correctas, a excepción de la barba, que apuntaba hacia arriba; tenía el torso de mujer, y debajo de la falda ajustada se dibujaban muslos poderosos, macizos, de curvas armoniosas, de seducción extraña.

Hizo que el viejo ayuda de cámara rebuscase en el guardarropa de su pasado. Se acordó de prendas interiores que habían merecido elogios femeninos. Sentía el mismo deseo de novedad y seducción de una mujer que se adorna para una entrevista esperada mucho tiempo.

Palabra del Dia

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