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Actualizado: 5 de octubre de 2025
«La quiero tanto dijo sin mirar a su tía, y encontrando palabras relativamente fáciles para expresar sus sentimientos , la quiero tanto, que toda mi vida está en ella, y ni ley ni familia ni el mundo entero me pueden apartar de ella... Si me ponen en esta mano la muerte y en esta otra dejar de quererla y me obligan a escoger, preferiré mil veces morirme, matarme o que me maten... La quise desde el momento en que la vi, y no puedo dejar de quererla, sino dejando de vivir... de modo que es tontería oponerse a lo que tengo pensado, porque salto por encima de todo y si me ponen delante una pared la paso... ¿Ve usted cómo rompen los jinetes del Circo de Price los papeles que les ponen delante cuando saltan sobre los caballos?
Levante es una región que se ha desenvuelto y ha progresado por su propia vitalidad interna, mientras que el Centro permanece inmóvil, rutinario, cerrado al progreso, lo mismo ahora que hace cuatro siglos... Observe usted los detalles de la vida doméstica; vea usted los procedimientos agrícolas; estudie usted las costumbres del pueblo... En todas partes, en todos los momentos, en lo grande y en lo pequeño, las diferencias entre los españoles del Centro y los de las costas saltan a la vista.
Pasamos un puente, á cuya izquierda hay un guardia civil: mi mujer se baja del carruaje, besa la tierra, y da un napoleon al guardia, que no quiere tomarlo. Estamos en España. Al oir mi mujer que estamos en España, las órbitas la saltan de los ojos, y tartamudeaba de alegría.
En cuanto «el diablo de Juan», como le llaman, se presenta en alguna parte, se llena la taberna, saltan los tapones y chocan los vasos; y, cuando la fiesta está en todo su apogeo, a través de los cristales hechos añicos salen las botellas a la calle. Pero «el diablo de Juan» paga todo lo que rompe.
Anda, anda. Hoy estrena zapatos y calzones. Yo no sé de dónde ha sacado los cuartos. Yo le dije, digo: «¿Has descargado la borrica?»; y él me dijo, dice: «Váyase usted al acá y al allá». Pues por ahí te pudras. Está..., vamos, si usted le ve, no le conoce. Le ha dado el accidente cinco veces, y parece un pergamino mojado. Los ojos se le saltan del casco, las manos le tiemblan y la lengua es un estropajo. A veces se pone a dar vueltas, y marea, hija, marea. En fin, yo no sé qué va a ser de él. No trabaja, no sirve para nada. Modesto le da consejos; calcule usted... ¡Modesto, consejos!
La confusion, el miedo, el sobresalto Les turba los sentidos, que imaginan Que desta á la otra vida es grande el salto. Con ningun medio ni remedio atinan; Pero creyendo dilatar su muerte Algun tanto á nadar se determinan. Saltan muchos al mar de aquella suerte, Que al charco de la orilla saltan ranas Quando el miedo, ó el ruido las advierte.
¡Y está sangrando el canalla! dijo la Pimentosa lanzando de su boca esas chispas de risa que saltan entre las llamas de la ira iluminando el rostro . Parece un Decehomo. No es nada, no es nada dijo Tablas llevándose a la frente un pañuelo que le dio el fenómeno. Rumalda gritó la giganta , baja y trae un poco de vino y aceite.
Junto a la orilla, bandadas de micos saltan de árbol en árbol, y suspendidos de la cola, en posturas imposibles, miran con sus pequeños ojos candescentes, el vapor que vence la corriente con fatiga. Los aires están poblados de mosaicos animados.
Porque así somos, hijo mío, y por nuestra culpa..., porque nuestras son las leyes que nos amarran a los escrúpulos de los demás. Cierto que las hacemos y las promulgamos con el piadoso fin de molestar al prójimo; pero hechas quedan y a las barbas nos saltan en cuanto los delincuentes somos nosotros. Y nada más justo.
Palabra del Dia
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