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Actualizado: 8 de junio de 2025


Sus ojos se abrieron desmesuradamente, como si acabase de sufrir el choque de una sorpresa pavorosa. ¿Qué traje has sacao? Garabato señaló a la cama, pero antes de que pudiese hablar, la cólera del maestro cayó sobre él, ruidosa y terrible. ¡Mardita sea!

¡Qué admirado debió estar San Pablo con semejante éxito! exclamé con una risa tan ruidosa que la abuela se estremeció. San Pablo... murmuró con rencor, San Pablo es un mal santo.

Rafael contemplaba como un bobo la firma del viejo Verdi y la de Boito; venían después los jóvenes maestros de la nueva escuela italiana, ruidosa y triunfante, con el estrépito de la belleza puesta al alcance del vulgo; los franceses Massenet y Saint Saëns saludaban a la feliz intérprete del primero de los músicos; los grandes libretistas italianos dedicaban a la artista versos que deletreaba Rafael, percibiendo su suave perfume, a pesar de que apenas conocía el idioma; había un soneto de Illica que le hacía llorar; y luego venían los ininteligibles para él, unos cuantos renglones de Hans Keller, el gran director de orquesta, el discípulo y confidente de Wagner, su testamentario artístico, encargado de velar por la gloria del maestro, aquel Hans Keller de que hablaba Leonora a cada instante, con cariño de mujer y admiración de artista, sin perjuicio de añadir a continuación que era un bárbaro.

Tarlein ocultó el rostro entre las manos. La respiración del Rey se hizo más ruidosa y Sarto lo empujó con el pie. ¡Maldito borracho! murmuró. ¡Pero es un Elsberg, es el hijo de su padre, y el diablo me lleve si permito que Miguel el Negro usurpe su puesto!

Palabras y sonrisas conducían rectamente al matrimonio; sólo era posible el trato con las jóvenes para hablar de la formación de una nueva familia. Y esta juventud ruidosa, alegre, exuberante en jugos, sufría un suplicio tantalesco al hablar de las muchachas más hermosas de la ciudad.

En el mercado sólo se hablaba de aquel paseo nocturno por el Júcar; el diputado, sudoroso, encorvado sobre los remos, y ella despertando con sus canciones extrañas a la gente de las alquerías. ¡Lo que decían aquellos maldicientes!... Y ella reía, pero con risa ruidosa, agitada por estremecimientos nerviosos; con una risa que sonaba a falsa; sin una palabra de queja.

El andaluz, y acaso mas que todos el sevillano, es franco y chancero, pero ligero de cascos: una mala palabra, una mirada burlona, un gesto dudoso es suficiente para provocar una querella ruidosa.

Le caía muy bien la vestidura aquélla al mejicanillo. Luciría en estrados informando en una causa ruidosa, ante un público de ociosos, más o menos criminales también, y de señoras distinguidas.

Había que verlos despertar cuando surgía la aurora. Saltaban gozosos como niños; jugueteaban acometiéndose de mentirijillas y cruzando sus cuernos; intentaban montarse unos a otros, con una alegría ruidosa, como si saludasen la presencia del sol, que es la gloria de Dios.

A pesar de esto, el príncipe llegaba puntualmente. Para excusarse, hacía memoria de unas palabras de la duquesa. Al día siguiente de su primera y ruidosa ganancia, se había levantado al verle entrar en el salón, tirando de sus dos manos para hablarle aparte. me das la buena suerte susurró en su oído . Estoy segura de que es así. Gano desde que somos amigos. ¡Ven, ven siempre!

Palabra del Dia

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