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Actualizado: 5 de julio de 2025


Leonora le miraba fijamente con aquellos ojazos que brillaban en la sombra con el fulgor de una fiera en celo. Te devoraría murmuraba con voz grave que parecía un rugido lejano. Siento impulsos de comerte, mi cielo, mi rey, mi dios... ¿Qué me has dado, di, niño? ¿cómo has podido enloquecerme, haciéndome sentir lo que nunca había sentido?

En medio de la extraña obscuridad oímos el distante rugido de lejanas aguas que caían estrepitosamente. Ese es el río subterráneo, el río que separa el secreto de todos los hombres, a excepción de usted dijo.

Himno de muerte parecía el rugido de sus armas, y en su mismo estertor... ¡ay! frente a ella irguióse su conciencia: ¡cuán manchada! Entonces, al clangor estrepitoso que producían, al herir, las balas, veía al pueblo defender sin miedo la idea que tus párrafos inflama.

Luego avanzó la diestra audazmente, y á pesar de su deseo de mantenerse silencioso, lanzó un rugido. ¡Ah, pájaro del diablo!... Tenía un dedo atravesado de parte á parte. No era un picotazo; era una puñalada. Un berbiquí ardiente acababa de perforarle la carne y el hueso. Sobreponiéndose al dolor, cerró la mano ensangrentada para aprisionar á su enemigo.

Cuando le dijeron cómo había vivido seis años; que su mujer le había robado y abandonado; que su hija había desaparecido con el paje Cristóbal Cuero; que vivía de la caridad del duque de Osuna, Montiño fué lentamente desplomándose; cuando, por último, le contaron que nombraba continuamente á Dorotea, un grito horroroso, un rugido terrible salió del pecho del desdichado, y cayó sobre el lecho acometido de un vértigo mortal.

Luego dejó caer los brazos y la cabeza, y repitió aquel ¡robado!, pero de una manera ronca, grave, semejante á la preparación del rugido del león. Y luego, llorando como un muchacho á quien han roto su botijo, y teme la cólera de su madre, repitió la frase ¡robado! y dió á correr sin saber á dónde, como un gato espantado, tropezando en todo, dándose en las paredes.

Ten valor, pues... Prepárate a saber que se ha hecho befa de tus sentimientos más íntimos, que se ha olvidado infamemente tu nobleza y tu generosidad, que se ha pisoteado tu corazón y tu nombre... Elena... Un grito áspero y extraño, mezcla de rugido y de lamento, salió de la garganta de Reynoso. ¡La prueba! ¡la prueba!

Sonó el rugido de la chimenea, que indicaba la hora de mediodía. ¡A almorzar!... Abajo, en el comedor, Fernando sintió crecer su inquietud al ver que se llenaban todas las mesas y la de Maud seguía desocupada. Sucedíanse los platos; el almuerzo tocaba a su fin, y ella sin aparecer.

Uno de ellos era saludado con un rugido de entusiasmo al presentarse sin otro traje que una «combinación» interior de la señorita Chichí... Muchos gozaban un placer maligno al depositar los residuos digestivos sobre las alfombras ó en los cajones de los muebles, empleando para limpiarse los lienzos finos que encontraban á mano. El dueño la hizo callar. ¿Para qué enterarle de todo esto?...

Soplaba la campana su ensordecedor rugido y subía recto por el espacio un surtidor que se abría en lo alto como una palmera roja, esparciendo plumas de luz, hojas azules, anaranjadas, de un rosa blanquecino, descendiendo después para apagarse antes de llegar al suelo.

Palabra del Dia

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