Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de julio de 2025


No se sabe como rodó la conversación hacia un cierto apurillo que había, por la mucha calma de un pícaro administrador... Cuestión de dos o tres días... ¿Cómo negar este favor a quien se había portado tan bien? Rosalía creyó que se arrancaba un pedazo de sus entrañas cuando se le fueron de entre las manos aquellos diez duros con que apagó la sed metálica de su amiga. Pero no había más remedio.

Al instante expuso su pretensión de prórroga, empleando sonrisas amables y los términos más dulces que podía imaginar. Pero Torquemada oyó la proposición con fría seriedad, y luego, ofreciendo a las miradas de Rosalía la rosca formada con sus dedos, como se ofrece la hostia a la adoración de los fieles, le dijo estas palabras fatídicas.

Al verla salir de la casa, ocurriole a Rosalía la atrevidísima idea de acudir a ella... ¡Qué horror! Esta idea fue al punto rechazada por ignominiosa. No, antes de humillarse tanto y perder tan en absoluto su dignidad, la Bringas prefería que su marido le diera el gran escándalo y le dijese cuanto había que decir... ¡Buena pieza era la tal Refugio!

Si no estoy equivocado, la deglución de esta gran bola por el ancho tragadero de D. Francisco acaeció en Abril. Tranquila descansaba Rosalía en la idea de lo remoto del pago, creyendo poder reunir la suma en un par de meses, cuando allá por los primeros días de Mayo... ¡zas!, la cuenta.

No creerla habría sido como poner en duda la luz del día. «Pues con esas condiciones le daré a usted cuatro mil realitos», declaró Rosalía con ínfulas de prestamista».

Se los pediría terminantemente. Si por arte del Demonio, o más bien por milagro de Su Divina Majestad, tuviera Cándida algún dinero...! Cándida le debía cinco duros que Rosalía le prestó para dar la vuelta de un billete de cien escudos. También aquellos extraviados reales debían volver al redil. Haciendo propósitos de energía, fue a ver a la marquesa. ¡Casualidad funesta!

Tenía además la doña Rosalía un amante del comercio, que la visitaba todas las noches, en compañía de una guitarra; y era este amante un ser creado de encargo por el infierno para cantar y tocar toda la noche en aquella casa y no dejar dormir á las dos sastras de ropas sagradas.

ROSALÍA. ¡Oh!... camisetas tengo de dos o tres clases... MILAGROS. Falda de raso rosa, tocando al suelo, adornada con un volante cubierto de encaje. ¡Qué cosa más chic! Sobre el mismo van ocho cintas de terciopelo negro. ROSALÍA. ¿Y bullones? MILAGROS. Cuatro órdenes.

¿Pero te haces cargo de la hora que es? dijo la de Bringas, recobrando la esperanza. Si vive muy cerca de aquí, en la calle de la Sal... ¿Pero te estás con esa calma? Quia... Tendré tiempo de peinarme. ¡Celestina! Mujer... no tienes tiempo. Refugio se levantó. Rosalía, dando algunos pasos hacia ella, cogió el vestido y lo ahuecó, haciendo ademán de ponérselo...

Ahora, he aquí la carta de mi amiga Rosalía: «Los Carpinchos», julio 15 de 1916. Queridísima Marianela: No te puedes figurar cuánto te recuerdo desde este retiro de «Los Carpinchos» donde voy pasando el invierno, si no como en la gloria, por lo menos como en el limbo, que es el lugar intermedio entre la gloria y el infierno. No hay que ser ambiciosa, queriendo alcanzar el cielo de un solo golpe.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando