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Actualizado: 23 de julio de 2025


Después se puso a recordar las circunstancias con que la había conocido, las misas que había oído sin atención por mirarla... , , ya me acuerdo... Yo decía: ¿Pero qué mirará ese señorito? Y del desaire que me hiciste en la romería, ¿te acuerdas, pícara? ¡Vaya si me acuerdo! ¡Me dio una rabia cuando usted vino a sacarme! ¿Por qué?

No largo tiempo después de su casamiento llama un ermitaño á la puerta de Pedro: Inés acude á dar una limosna; pero el ermitaño le dice que es un caballero que se ha disfrazado por su amor. Pronto se entienden los dos, y la joven esposa hace creer á su marido que se propone ir en romería á visitar un ermitaño.

Aprovechando una de las vueltas para pasar cerca de su hermana, le preguntó por lo bajo: ¿Está ahí mamá? Cecilia hizo un signo negativo, y se tranquilizó. La niña se cansó pronto de aquel espectáculo. Quiso ir de nuevo a ver el baile de los aldeanos. Desde allí, saltando otra vez a la carretera, entraron en la romería que quedaba del otro lado. Fué gran ventura para ellos.

Con la montera terciada y el garrote empuñado por el medio iba de un lado á otro sonriente, provocativo, embromando á unos, injuriando á otros como si el campo de la romería fuese suyo ó no hubiera en dos leguas á la redonda más rey ni más amo que él.

Formaba pequeña hondonada verde entre dos escuetos picachos blancos: la capilla de la Virgen en el centro completamente aislada. No había por allí ningún otro edificio. Desde las primeras horas de la mañana acudió la gente de los contornos y mucha también de sitios lejanos. Al mediodía estaba la romería en todo su esplendor.

Durante los primeros días, el respeto y la veneración tenían cohibido al mayordomo en presencia de su señora y le obligaban, contra su natural, á mostrarse tímido y reservado. Vino después un período de confianza del cual hemos visto ya una muestra en la excursión á la romería. Su carácter franco y enérgico concluyó por sobreponerse al espíritu infantil de la condesa.

Tras ella va siempre la robla. Luego vamos á una feria. El lugar de ella queda á elección del lector, pues, gracias á Dios, abundan aquí como los helechos. Abran ustedes un calendario, y donde topen con su santo, cátense una feria. En este dichoso país, el día que no es de fiesta tiene mercado; de los restantes del año, los unos marcan feria, y los otros romería.

Pues, señor, nos poníamos los tres al anochecer de los domingos del verano, después de nuestra partida de jito, á la puerta del balcón, y dale que le das á los instrumentos, llegábamos á reunir en la calle una romería.

Los que pasaban por núcleo de la elegancia y daban el tono en el pueblo, tomaron el lance todavía más por lo serio, y convencidos de que con el aspecto que la cosa presentaba se hacía indispensable su concurrencia en bien de la culta sociedad, que oficialmente parecía aceptar la innovación, no dudaron en hacer un sacrificio, comprometiendo, desde luego, hasta cuatro músicos de profesión para la próxima romería.

Los del alto nunca echamos el cuerpo fuera mientras se repartía leña y á nosotros nos ha tocado tanta ó más que á vosotros. En la romería de Lorío el año pasado molieron sobre unos mozos como si estuvieran trillando trigo. En más de una semana no pude hacer labor alguna porque estaba derrengado. Á mi primo Jacinto le dejaron en Rivota más blando que un higo.

Palabra del Dia

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