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Actualizado: 23 de junio de 2025


Dos horas después volvimos á la iglesia; sacaron otra vez al santo en procesión, rezóse el rosario y nos fuimos á la romería, que se desparramaba en una pradera inmediata á la iglesia. Hiciéronme ver uno por uno todos los bailes: éste porque era de guitarra, el otro porque era de pandereta, y por ser de gaita el de más allá.

Iban á tratar la conveniencia de una nueva romería á Begoña, tan ruidosa como la de la coronación de la Virgen, y no sabían si hacerla en el mismo año ó dejarla para el siguiente.

Decían los que reparaban en ellos por conocerlos bien, que los vigilaba mucho la Guardia civil; sería o no verdad; pero era indudable que ellos huían de la pareja que andaba en la romería, como el diablo de la cruz.

El práctico, sin perder de vista la proa del vapor, hablaba alegremente de la romería que acababa de dejar allá, sobre los altos del pueblo.

Se encontraban todos los días en la calle, en el paseo, en el teatro, en la iglesia. «De pequeños» recordaba Cecilia que cierta tarde en la romería de Elorrio bailando la giraldilla con otras chicas de su edad, se llegaron unos granujas a estorbarlas, tirándolas del pelo desde fuera, empujándolas con fuerza y metiéndose en el corro gritando para hacerlas perder el compás.

En la romería la gente estaba ya enterada del suceso; así que todos suspendieron los bailes y danzas para verle pasar. Andrés marchaba charlando con los guardias, afectando indiferencia.

Así fué que un día, dándose á pensar muy seriamente sobre el asunto, concluyeron con este fundadísimo razonamiento: «Toda vez que no formamos ya parte de las masas, y somos independientes, y nada tenemos que ver con las fiestas de la muchedumbre, ¿por qué hemos de dar nuestros bailes precisamente en días de romería?

«En el año de 1402, sobre una de las colinas que se elevan al Norte del actual convento, alzábase una pequeña ermita, llamada del Salvador, á la cual iban anualmente, en alegre y devota romería, los pueblos comarcanos.

La servidumbre y los amigos íntimos sabían, no obstante, á qué atenerse sobre esta cortesía. La condesa quiso ir á la romería de su parroquia. La idea de presenciar nuevamente una fiesta donde tanto había gozado cuando niña, la lisonjeaba en extremo.

No; eso es el altar de una Vénus, el festin de unas bodas, una romería, un teatro. Ahí todo se toca, todo se ve, todo se concibe, todo se adivina.

Palabra del Dia

rigoleto

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