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Actualizado: 1 de mayo de 2025


La señorita Guichard es robusta como un coracero ... ¿Quién te dice que no se ha llevado á Herminia por la fuerza? No es posible. ¡En medio de quinientas personas! ¡Cuando el cochero no estaba prevenido y hubiera bastado un grito de llamada, un acto de resistencia, por débil que fuese, para que el coche se detuviese! ¿Y si Clementina ha mentido?

Dorrego y Rosas están en presencia el uno del otro, observándose y amenazándose. Todos los del círculo de Dorrego recuerdan su frase favorita: «¡El gaucho pícaro!» «Que siga enredando decía , y el día menos pensado lo fusilo.» ¡Así decían también los Ocampo cuando sentían sobre su hombro la robusta garra de Quiroga!

La chica apenas aparecía en el pueblo; el criado trabajaba en el campo, y los domingos iban los tres al faro de las Ánimas, pues se trataban con el torrero y su familia. La mujer de la taberna añadió que al principio decían que Mary, la hija del capitán, era débil; pero que con aquella vida al aire libre se estaba haciendo una muchacha muy robusta.

Iba D. Carlos vestido con suma elegancia, á la última moda de París. Era todo un petimetre. Parecía el príncipe de la juventud dorada, transportado por arte mágica desde las orillas del Sena al riñón de Andalucía. El cuello de su camisa y el lienzo con que formaba lazo en torno de él, estaban bastante bajos para descubrir la garganta y la cerviz robusta sobre que posaba airosamente la cabeza.

«Benditos seais, para morir por ella, «Entre el ardor de la feral batalla, «Para oponer incontrastable valla «En la tribuna al despotismo audaz. «Benditos seais, para rasgar el pecho «Del torpe Rosas, con robusta mano, «Y dar al pueblo en que nació Belgrano «De libertad y gloria la señal.

Indicó las diferencias de principios que en lo sucesivo habían de separar á los moderados de los exaltados, y pintó la situación del Gobierno con exactitud y delicadeza. Pero cuando con más robusta voz y elocuencia más vigorosa hacía un cuadro de las pasadas desdichas de la nación, ocurrió un incidente que le obligó á interrumpir su discurso.

Pasábase el día saltando por el salón o corriendo locamente por el jardín, como la muchacha más animada y robusta; pero, por la mañana antes de llegar Amaury y por la noche cuando éste se marchaba, parecía extinguirse todo el ardor juvenil que sólo la presencia de su novio parecía reanimar, y su débil cuerpo, libre de toda traba femenina, doblábase como una caña y necesitaba apoyo, no ya para andar, sino hasta para permanecer en reposo.

El señor Le Bris era, desde hacía tres años, el médico de la señorita de La Tour de Embleuse. Había seguido los progresos de la enfermedad sin poder hacer nada para detenerlos. Y no es que Germana fuese una de esas niñas condenadas desde su nacimiento, que llevan en el germen de una muerte hereditaria. Su constitución era robusta y su pecho ancho; además, su madre nunca había tosido.

La desesperación de Madariaga no se mostró violenta y atronadora, como esperaba su yerno. Por primera vez le vió éste llorar. Su vejez robusta y alegre desapareció de golpe. En una hora parecía haber vivido diez años. Como un niño, arrugado y trémulo, se abrazó á Desnoyers, mojándole el cuello con sus lágrimas. ¡Se la ha llevado! ¡El hijo de una gran pulga... se la ha llevado!

¡Yo!, dijo detrás de los jóvenes una robusta voz. Y al mismo tiempo la señorita Guichard, surgiendo de la espesura desde donde escuchaba hacía un momento á Mauricio y á Herminia, apareció majestuosa y terrible. ¡Mi tía!, exclamó Herminia aterrada. Y levantando los brazos con ademán desesperado, tomó la fuga y desapareció, ligera como una corza, por el extremo de la alameda.

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