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Actualizado: 16 de agosto de 2024


Vió cómo salían del montón humano piernas contorsionadas por los estremecimientos de la agonía... Unos soldados avanzaron con el mismo gesto de los cazadores que van á cobrar sus piezas. De la palpitación de los miembros revueltos se elevaron unas melenas blancas y una mano débil que se esforzaba por repetir su signo.

HUEVOS CON TOMATE. Se pone en una sartén aceite, ajo y perejil; se quita el ajo y se echa tomate rallado y la sal necesaria; cuando está hecho se baten los huevos; se echan a la sartén moviendo sin cesar hasta que se cuajen, para que queden bien revueltos. Se sirven adornando la fuente con aceitunas y pimientos de lata.

Y allá marchaban todos, afrontando la nostalgia del recuerdo o las necesidades del presente; revueltos, confundidos, igualados por la ilusión común... ¡Buenos Aires! ¡Qué magia poderosa la de este nombre, que hacía correr a los miserables, como ratones hambrientos, para ocultarse en las entrañas de los buques!... Se impacientó Maltrana ante la monotonía del desfile.

En efecto, en el rostro pálido y fino del médico, en sus cabellos negros y revueltos, y sobre todo en sus ojos que, aunque pretendían aparecer inocentes, estaban cargados de ironía, había algo de mefistofélico. En todos los tiempos ha existido en una u otra forma la esclavitud.

Visitación también tenía brasas en las mejillas y sus ojos pequeños los habían hermoseado el calor de la cocina y la animación de la broma, arrancándoles reflejos de fingida pasión. Su pelo de un rubio obscuro era rizoso y caía en mechones revueltos sobre su frente. Hablaban ella y don Álvaro como hermanos cariñosos.

La mesa de mármol, en torno de la cual formaban animado círculo las caras de los combatientes, estaba a última hora llena de cadáveres, revueltos con las cucharillas, con los vasos que aún tenían heces de café y leche, con la ceniza de cigarro, los periódicos y los platillos de metal blanco, en los cuales la mano afanadora de D. Basilio no había dejado más que polvo de azúcar.

El agua salada más pura y diáfana mostraba bajo ciertos rayos luminosos una multitud de pequeños cuerpos, inquietos como las espirales de polvo que danzan en un rayo de sol. Estos seres transparentes, revueltos con algas microscópicas y mucosidades embrionarias, eran el plancton.

Cruzábanse por todas partes enhorabuenas y adioses, encargos y recomendaciones; y padres, madres, niños y criados, revueltos en confuso tropel, invadían todas las dependencias del colegio, rebosando esa satisfacción purísima del premio justamente alcanzado, del trabajo concluido, de la esperanza cierta de descanso; esa ruidosa alegría que despierta en el escolar de todas las edades la mágica palabra: ¡Vacaciones!

La gaita acentuaba sus notas agudas, chillonas, que hacían vibrar el aire a larga distancia, acompañada fiel y sordamente por el tambor. Las mozas exaltadas, sudorosas, con las mejillas encendidas y los cabellos revueltos, no cantaban ya, gritaban dando vueltas a la giraldilla, despidiéndose con rabia de aquel goce, que sólo de tarde en tarde se les ofrecía.

Ignoran quién es el enemigo que se va amasando en la sombra. ¿Alemanes, austríacos, búlgaros, turcos?... ¡Son tantos contra ellos! Debíamos retroceder continúa el servio , abandonando lo que nos estorbase. Necesitábamos ganar la montaña antes de que viniese el día. Los largos cordones de mujeres, niños y viejos se habían sumido ya en la noche, revueltos con las bestias portadoras de fardos.

Palabra del Dia

bravoso

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