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Actualizado: 16 de mayo de 2025


No se refiere el epígrafe a la respetable clase social que nos aliña las prendas internas, empleando ese producto que es el signo externo de la civilización: el almidón. No creemos habernos excedido al aplicar a las planchadoras el calificativo de respetable clase social. Su misión no puede ser más importante. Gracias a ellas se produce en la vida cierta nivelación.

El doctor Chevirev no admitía en su clínica locos furiosos; por eso reinaba en ella el silencio como en cualquier casa respetable, habitada por gentes bien educadas.

Estiróse preliminarmente el señor Alonso del Camino, se levantó, se acercó á la mesa, se apoyó en ella y miró con el aspecto de la mayor atención al confesor del rey, que leyó lo siguiente: «Nuestro muy respetable padre fray Luis de Aliaga: Os enviamos con la presente á un hidalgo que se llama Juan Martínez Montiño.

D. Pantaleón bajó los párpados, manifestando de este modo solemne y augusto que su esposa no se equivocaba acerca del estado de su espíritu en aquella ocasión. Me respondió que no tenía inconveniente en que lo presentasen con tal que fuese por medio de una persona respetable. ¿Te parece bien D. Laureano? Perfectamente. Pues ya está hecho.

Así, pues, mi respetable y querida misia Melchora, esa criatura, esa Inesita, tan rebelde a que nadie guíe su corazón, ha venido a este mundo para constituir el tormento de usted y el mío, sin contar el de Carlitos.

¡Ah! contestó el de dentro con el acento de quien reconoce á una persona respetable ; voy, voy á abrir al instante. En efecto, la puerta se abrió. Perdóneme vuestra señoría dijo la misma voz dentro si no tengo luz: estaba en acecho. Y se cerró la puerta. ¡En acecho! dijo el padre Aliaga ; ¿en acecho de qué?

La condesa daba un grito y después se echaba á reír mientras él la contemplaba de hito en hito á distancia respetable, un poco asustado de lo que había hecho. Verdad que la condesa le pagaba su afición prodigándole grandes cuidados culinarios y librándole en no pocas ocasiones de la justa cólera de su dueño. Y basta de noticia biográfica.

No tuve más remedio que decir: «Al enemigo que huye, puente de plata»; y con tal de verles marchar, no me importaba el sablazo que me dieron. Aflojé los cuartos a condición de que se habían de ir inmediatamente. Y aquí paz y después gloria. Y se acabó mi cuento, niña de mi vida, porque no he vuelto a saber una palabra de aquel respetable tronco, lo que me llena de contento.

Este indicó un precio respetable, algo como cien pesos fuertes; mi amigo le observó que era muy caro, que así no podría repetirlas. El artista, con la convicción de un zapatero de bulevar, diciendo al cliente reacio: «Fíjese en la suela», contestó imperturbable: ¡Oh!, ¡de las que yo doy, con una basta!

Entonces concertaron su plan: Elvira había de partir aquella misma noche a Lourdes, acompañada de mademoiselle Carmagnac, señora muy respetable, que había sido aya de la única hija de la marquesa de Villasis.

Palabra del Dia

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