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Actualizado: 4 de junio de 2025
Es verdad que don Juan había supuesto de la hermosa menina menos de lo que ella era, ya se tratase de hermosura de cuerpo, ó de hermosura de alma; de ternura hacia el ser que tuviera la fortuna de ser amado por ella, de tesoros de pureza reservados para aquel hombre; don Juan se había enamorado de sus suposiciones, y de ver que sus suposiciones habían sido mezquinas, debía enamorarse todo cuanto su alma era capaz de amar, que lo era hasta lo infinito; don Juan, pues, moría pensando en doña Clara, sufría recordando á la Dorotea.
Mario se sintió molestado por estas palabras y replicó con viveza: ¿Pero qué tiene que ver con esto el deber de conciencia de que usted hablaba? ¡Ahí verá usted! replicó el presbítero con la misma sonrisa de lástima. Y añadió después de una pausa que se prolongó hasta rayar en la insolencia: Los hombres a quienes la Providencia tiene reservados ciertos destinos, Sr. Costa, no se pertenecen.
Sólo dirigiéndome la palabra me honra Vd. ¿Había de pagarla con descortesía o ligereza? No se hable más del caso. Lo que quiero, es saber que no le he ofendido a Vd. Y le tendió amistosamente la mano. Ambos quedaron perplejos, y desde entonces fueron más reservados uno para con otro.
Volviéndose entonces hacia sus regios huéspedes, los condujo con toda cortesía á los puestos de honor que les estaban reservados en la mesa servida en la vecina estancia. Tras ellos siguieron los brillantes caballeros de antemano invitados á la mesa del príncipe. DE CÓMO ROGER DESHIZO UN ENTUERTO Y TOMÓ UN BA
Repetíalas sin cesar, manifestando las cartas sucesivas por qué procedimientos iba convenciendo al Rey de la necesidad de entenderse directamente con el Conde de Essex, tan interesado en sus progresos; utilizando avisos reservados de Flandes, de Venecia, de Milán, de la corte de Madrid y de la misma de Francia; teniendo que reservar á veces algunos de estos últimos, pareciéndole que no le agradaría á Enrique saber que le eran conocidos.
En esta vida retraída y afeminada agravose la nativa timidez de su carácter, su sensibilidad delicada se hizo enfermiza, su genio sombrío y receloso. Y lo más lamentable era que, sin ser una lumbrera, estaba dotado de clara inteligencia y poseía una penetración frecuente en los hombres reservados y tímidos.
Habíase levantado un sumario contra varios oficiales, a quienes se acusaba nada menos que de traición a la República... Sus nombres permanecían aún reservados... Pues La Mañana del Tandil insinuó vagamente alguno de esos nombres.
Así pago, así paga un cafre de allende el Pirineo, el insulto cobarde de un novelista mal educado y aturdido. Almorzamos bastante bien en el establecimiento de caldo de la calle de Montesquieu, y á las seis y media de la tarde entrábamos en el restaurant de San Jacobo, calle del Rívoli, en donde ya nos esperaban el viejo Lesperut y su hijo Hipólito, teniéndonos reservados dos asientos en su mesa.
En semejante situacion, representó el cabildo al rey para que permitiese volver á publicar el Jubileo antiguo, que estaba suspenso, para continuar la obra con las limosnas de los fieles; y acudió tambien al Pontífice para que concediese al obispo la facultad de absolver los casos reservados á los que contribuyesen con alguna limosna para la obra de la iglesia.
Pero es verdaderamente curioso que los espíritus timoratos y débiles son precisamente los menos capaces de guardar un secreto. Parece natural que el temor a comprometerse debía hacerlos más reservados. La psicología humana es tan complicada, que ocurre justamente lo contrario. Un espíritu fuerte, resuelto, exento de temores, guarda mejor un secreto que un espíritu pusilánime y medroso.
Palabra del Dia
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