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Yo no he dicho ni más ni menos que lo que repito ahora, aunque sea pesadez; pero aunque sea pesadez, ya que doña Emilia me da ocasión para ello, voy a continuar mis meditaciones estéticas, insertando aquí mi tercer artículo, que por miedo de fatigar al público permanecía inédito, y que es como sigue: Lo único que me apesadumbra y que a veces me mueve a arrepentirme de haberme puesto a tratar asunto tan complicado, es la multitud de aspectos bajo los cuales importa considerarle y la extensión que por consiguiente tengo que dar a este escrito.

Te repito que ayer no se sofocó mamá con nadie; no riñó á ninguna criada; estuvo apacible y silenciosa. Clara, si bien era una criatura de singular despejo, se forjaba la extraña ilusión de que una buena madre de familia tenía forzosamente que rabiar, y así no decía nada de lo dicho para censurar á su madre, sino candorosamente.

Más de un joven brillante, más de un hombre de mérito han muerto en uno de esos combates, leales, es cierto, porque no hay jamás traición ni sorpresa, pero, lo repito, no por eso menos salvajes.

Repito sin embargo, que la fuerza de esta dificultad es aparente; y para soltarla observaré que bien analizada, no tiene mas fuerza que la que hemos desvanecido con respecto á las ciencias naturales. Hagámoslo sensible con un ejemplo.

El señor Orgaz se atrevió a murmurar: Hombre, eso de exigir... , señor; exigir. ¡Y hago la cuestión personal! Pero ¿qué es lo que usted exige? preguntó el muchacho agotando su valor en este rasgo de energía. Exijo lo que tengo derecho a exigir, eso es; y repito que hago la cuestión personal. ¿Pero qué cuestión? ¡Esa! Joaquinito volvió a encogerse de hombros, pálido como un muerto.

Pero, desgraciadamente, los anteojos no bastaban para su seguridad, y aquella misma mañana había habido una explicación bastante viva entre la señora de Candore y su hermano a propósito de la institutriz. Te aseguro, querida Hermancia, que no he pensado nunca en hacer la corte a miss Dodson. Calla, calla, Héctor, eres incorregible. Pero... ¿Crees que estoy ciega? Te repito...

Repito, prosiguió, que no tengo trabajo que proporcionarle en esta casa. Pero si quiere usted acudir a nuestro Colegio en Carrión de la Vega, estoy seguro que su Rector, el Padre Rodríguez, le dará todo lo que le haga falta. Padre, mil gracias, replicó el hombre. He confesado y comulgado esta mañana, y estaba seguro que usted me sacaría de apuros.

Y ¿es posible que en pocos instantes haya crecido esa hierba? Nunca podré creerlo. Pues te repito que antes no había nada en ese terreno. ¿Nos ocultará alguna desagradable sorpresa? Mucho me lo temo, Cornelio. El matorral de que hablaban estaba formado por veinte o treinta matojos puestos en fila, y distaba menos de cien pasos de ellos. Pues yo, tío, voy pronto a aclarar ese misterio.

Reina, no saldrá de aquí. Pero, señora replicó el cura que se acaloraba, os repito, que es urgente. Reina está triste, su imaginación es rápida y cavila mucho, estoy cierto que se cree enamorada del señor de Couprat. Poco me importa eso repuso mi tía, que era incapaz de comprender las razones del cura.

Lo que le importaba era lo otro, lo otro, ¡canástoles! lo que en su concepto no daba espera, y por lo cual lo puso «sobre el tapete» en cuanto volvieron a casa los dos y tomaron un respiro. Repito lo dicho, hija del alma comenzó diciendo : estás de perlas vestidita de mujer; vamos, como si hubieras nacido así...