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Actualizado: 13 de junio de 2025
Veo, Ricardo, por lo que me cuenta, que Robledo lo dirige todo y usted es á modo de un empleado suyo... No debía mezclarme en sus asuntos, pero todo lo que se refiere á usted ¡me inspira tanto interés!... Yo no digo que el español cometa indelicadezas al repartir las ganancias del negocio; eso no. Robledo es hombre correcto, pero abusa un poco de la condición de tener más años.
¡Con su cuenta y razón, tiña; no de ese modo!... ¡Un terrestre! ¡Á la Ferrolana pudo haberse atracado él á repartir licencias cuando dábamos la vuelta al mundo! ¡Bien saben ellos ónde se meten!... ¡Harto será, tiña, que no te güelvan á llamar; porque la ley es ley, y el que la hace la paga, si no es hoy, mañana!
Por la mañana muy temprano se toca diana y se procede á repartir las guardias de avanzadas y centinelas, lo que es motivo para que se originen serios disgustos, pues como es muy extraño encontrar entre éllos un soldado, ya que casi todos tienen elevada jerarquía militar, no se conforma un comandante con hacer centinela ó estar tres horas sobre un árbol en las avanzadas vigilando al enemigo.
Y juraría que ambos están más acostumbrados á ceñir la armadura y repartir mandobles que á figurar entre cortesanos en la regia cámara. Á otros muchos nos pasa lo mismo, Sir León, repuso Chandos, y bien puedo asegurar que el mismo príncipe respira más á sus anchas en el campo de batalla que en su palacio. Pero oid los nombres de aquellos dos capitanes: Hugo Calverley y Roberto Nolles.
Entonces, Ramiro, cubriéndose con su rodela, y ebrio de sanguinario furor, comenzó a repartir estocadas en el tumulto, sintiendo, a cada golpe, el crujido de las ropas y la blandura de los cuerpos que recibían la punta como pellejos de vino. Nadie gritaba. Era una escena muda. Los que caían se quejaban apenas con el aliento.
Hijo Andrés, reposad ahora en el nido debajo de nuestras alas; que a su tiempo os sacaremos a volar, y en parte donde no volváis sin presa, y lo dicho dicho: que os habéis de lamer los dedos tras cada hurto. Pues para recompensar dijo Andrés lo que yo podía hurtar en este tiempo que se me da de venia, quiero repartir docientos escudos de oro entre todos los del rancho.
Y enarbolando la caña empezó á repartir sonoros golpes: al uno por el pellizco y al otro por «impropiedad de lenguaje», como decía bufando don Joaquín sin parar en sus cañazos.
Las damas prorrumpieron en gritos, y la Princesa se desmayó. Pero no aplacado con esto el fiero Migajas, sino, por el contrario más rabioso, arremetió contra los insolentes, y, empezó á repartir estacazos á diestra y siniestra, rompiendo cabezas que era un primor. Oíanse alaridos, ternos, amenazas. Hasta los pericos graznaban, y las pajaritas movían sus colas de papel en señal de pánico.
Y esto acabado, mandó hacer Inca Yupanqui que se recogiese todo el despojo y joyas de oro y plata que en el tal despojo se habia habido, todo lo cual fué fecho; y traido delante dél y visto por él, mandó que ansí junto como estaba, lo llevasen á la ciudad del Cuzco, donde lo pensaba repartir y dar á sus amigos.
Ninguno volvió a tierra, ni se acomodó de más vestidos de aquellos con que había entrado en el navío, en el cual, sin repartir los oficios, todos servían de marineros y de pilotos, excepto yo, que fuí nombrado por capitán por gusto de todos.
Palabra del Dia
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