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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
E porque estos prestidos que podian ser en número de cien cuentos, no bastaban á los gastos continos que se recrecian en la guerra, acordó vender alguna cantidad de maravedís de sus rentas para que los oviesen por juro de heredad cualesquier personas que los querian comprar, dando diez mil maravedís por un millar.
Lubimoff acabó por reir del tono rencoroso con que Alicia hablaba de estos placeres místicos de su madre. ¡Famosa doña Mercedes!... Y ella acabó por reir igualmente. Así fué gastando todas nuestras rentas, que eran enormes.
¿Supongo dijo el general que serán veinte mil libras de carbón de piedra? Mi tío dijo Rafael es como los bolsistas, que suben y bajan las rentas a su albedrío. Sir John apostó que subiría a la Giralda a caballo, y ese es el gran objeto que le trae a Sevilla.
Quita a los catedráticos de las Universidades sus rentas; a las escuelas primarias de hombres y de mujeres, las dotaciones cuantiosas que Rivadavia les había asignado; cierra todos los establecimientos filantrópicos; los locos son arrojados a las calles, y los vecinos se encargan de encerrar en sus casas a aquellos peligrosos desgraciados.
Pudiera ser marquesa y no lo soy ni quiero serlo, porque es ridículo el título sin las rentas convenientes. Aquí, donde todos me conocen, soy la señorita doña Luz, la marquesita que conserva aún su casa solariega, y que se ha ganado la estimación y el respeto, porque nadie ignora su vida desde hace doce años.
Cuando cesaron, me vi precisado a venir a España, y vivir a expensas de un hermano que tenía en Galicia, ayudándole en la administración de sus rentas. Pero este hermano había fallecido, y su esposa, a quien pertenecían todos los bienes, tenía un carácter que me había hecho padecer bastante, hasta que al fin rompimos definitivamente. Quedé sin medio alguno para vivir.
El propagandista más incansable de su gloria era don José, un señor que hacía oficios de apoderado y le llamaba siempre «su matador». Intervenía en todos los actos de Gallardo, no reconociendo mayores derechos ni aun a la misma familia. Vivía de sus rentas, sin otra ocupación que hablar de toros y toreros.
Atribuía su poco éxito en el mundo a descuido, desprecio o desdén que don Braulio tenía de todo lo práctico, a cierta falta de estímulo que notaba en su alma, y se inclinaba a creer que si ella estimulaba y aguijoneaba el alma de su marido, apartándola de vagos ensueños y de teóricas distracciones, que a nada conducían, aun era posible que le viese de Ministro de Hacienda, o por lo menos de Director de Rentas Estancadas.
Luego, comprendiendo que dado aquel tren con sus rentas no tendrían bastante, sobre todo si Dios le daba muchos hijos, había tratado de montar una fábrica de cerveza, para aprovechar siquiera los estudios que había hecho.
Si él hubiera querido ceder, humillarse, renegar hasta cierto punto de las creencias y de la misión de sus antepasados, hubiera sido Diputado, Senador, Embajador, Ministro y cuanto le hubiera dado la gana; él al menos así lo creía; pero como el Barón no había querido ceder ni renegar, había tenido que limitarse y resignarse a ser un caballero, si bien encopetado, viviendo de sus rentas, que eran cortísimas.
Palabra del Dia
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