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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Muriose la vieja, y quedó el matrimonio joven, con una niña, ya establecido en el casco de la población y viviendo de sus rentas, o sea de la pensión del mejicano.

Centenares de esclavos cultivaban sus posesiones; y sus rentas y ganancias eran tres o cuatro veces mayores que las de D. Joaquín, con ser éste uno de los más acaudalados brasileños. Viudo el Sr. Machado, tenía un hijo, llamado Arturo, de veintiséis años de edad y muy lindo mozo. Arturo había estudiado leyes en la Universidad de San Pablo, donde las mujeres son guapísimas.

Según lo que he podido conjeturar, mi madre al morir había hecho prometer á mi padre, que vendería la mayor parte de sus bienes para pagar enteramente la deuda enorme que había contraído, gastando todos los años una tercera parte más de sus rentas, y reducirse en seguida á vivir estrictamente con lo que le quedase.

En aquella época, el mas grande mérito que podian contraer los empleados españoles á los ojos de la autoridad suprema, era el trabajar por el acrecimiento de las rentas del estado; todo cuanto concurria á este objeto era especialmente recompensado por ella.

Yo encuentro graciosa, en el poema de San José del Padre Maestro Fray José de Valdivielso, aquella sospecha de que el santo era sólo carpintero de afición, porque siendo hidalgo de tan ilustre prosapia no era posible que se ganase la vida trabajando con sus manos, en vez de vivir de sus rentas, Pues debió de tener juros reales, Cual descendiente de señores tales.

Cuando hay calamidades se perdonan las rentas, y el tambobo abre sus puertas, convirtiéndose en piadoso pósito, seguro remedio de la propiedad y del labrador. El viajero tiene no menos ventajas que el colono y el enfermo.

Es indudable que con el establecimiento del Tribunal Santo comenzó á ser derribado nuevamente el comercio, i aunque por su ruina se menguaban las rentas de la corona por una parte, por otra se triplicaban con los bienes confiscados á tanto número de personas acaudaladas. Solamente los de Diego Suson llegaban á la cantidad de diez cuentos que serian de maravedí.

Consumió el tesoro del divan, disipó el tesoro público, agotó hasta las últimas rentas del Estado; mas nunca, en ningun tiempo pudo satisfacer la sed de oro que les devoraba. Vióse al fin privado de todo género de recursos. Empezó á temblar, pero no á retroceder, porque conoció que era imposible.

Y las instancias de Juan fueron tan vivas, tan conmovedoras, que el notario consintió en tomar de las rentas la suma de dos mil cuatrocientos francos que todos los años, hasta la mayor edad de Juan, se dividió entre la anciana Clement y la joven Rosalía. Madama de Lavardens se condujo perfectamente en esta circunstancia.

¡Buena manera de alentar a los pobres! Es que yo quiero asegurar tu suerte. Amparo había dejado de comer, y noté que había perdido enteramente su tranquila confianza; que estaba preocupada, disgustada, pesarosa de haber ido a almorzar conmigo. Soy rico, muy rico; sobrino de un grande de España que no tiene hijos, ni los tendrá probablemente; heredaré sus rentas y su grandeza.

Palabra del Dia

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