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Actualizado: 23 de junio de 2025


Y mientras la joven iba soltando con automática regularidad los pecados de siempre, murmuraciones en las visitas, mentiras sin importancia, deseos de humillar á las amigas, desobediencias á su madre, miraba á través de la rejilla al famoso jesuíta, su cara sin una arruga, la nariz aguileña, aquella sonrisa dulce que parecía acariciar, pero que á ella le causaba cierto miedo, como si fuese una tenaza irresistible que extraía las verdades por hondas que se ocultasen.

Así que salimos de la estación, quitose éste, lanzando apagados gemidos, las botas y se puso las zapatillas, colocó el sombrero de castor sobre la rejilla y se encasquetó una gorra de paño. Padece usted de los callos, ¿verdad? le preguntó el caballero gordo con palabra insinuante sonriendo con amabilidad. No señor contestó el otro secamente. ¡Ah!... Como usted se quejaba al sacarse las botas...

Hecho fibras muy finas y perfectamente limpias de la substancia interior, se fabrican tejidos de gran finura, y exportado á Europa se emplea para el tejido de asientos de rejilla. Calamausauay. Primera magnitud, y madera muy apreciada, de color blanco sonrosado hasta el rojo subido, textura sólida. Cauayang.

De unos tulipanes de cristal trenzado, suspendidos en un ramo del techo por un tubo oculto entre hojas de tulipán simuladas en bronce, caía sobre la mesa de ónix la claridad anaranjada y suave de la lámpara de luz eléctrica incandescente. No había más asientos que pequeñas mecedoras de Viena, de rejilla menuda y madera negra.

Había terminado su confesión la señora arrodillada delante de ella, y doña Cristina ocupaba ya la rejilla, esperando que fuese absuelta la del lado opuesto. Se abrió por fin el ventanillo y Pepita vió por encima de los hombros de su madre una sombra que murmuraba: ¡Hola Cristina! ¡hija mía! ¿A qué obedece esta visita tan extraordinaria?...

Luego cesó de oír. Hablaba el confesor, y su voz, ahogada por la rejilla, gangosa y obscura por la costumbre del recato, llegaba hasta Pepita como el balbucear de un pequeñuelo: «

Se la hemos dejado, con los demás bártulos, al jefe de la estación de Jabalquinto se apresuró a concluir D. Nemesio, clavando sus ojos saltones y suplicantes en el catalán. ¡Pues es verdad, voto a Dios! exclamó éste levantando los suyos a la rejilla. Dispénsenos usted por favor... Ya comprenderá usted que nuestra intención...

Para evitar la luz del sol usaba constantemente enormes anteojos azules de rejilla, que ocultaban por completo sus ojos y parte de sus mejillas, dándole un aspecto de ciego ó enfermo de la vista. Se mantenía de pié con las piernas separadas como para guardar el equilibrio, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. El remedio es muy sencillo, repitió, ¡y no costaría un cuarto!

¡Bien puedes decirlo! repuso Reynoso con franca sonrisa . El cielo me destinaba para pobre. No me agradan los alimentos de los ricos, no me agradan los colchones de pluma, no me agradan los muebles suntuosos. Una camita blanca sin cortinas, unas sillas de rejilla, una mesa de pino, y leche y judías a pasto... ¡he aquí mi felicidad!

Se glasea rosquilla por rosquilla con dicho azúcar, colocándolas encima de una rejilla de alambre a escurrir; cuando están frías se despegan. ROSQUILLAS DE YEMA. Se bate bien una docena de yemas con una taza de aceite y media libra de azúcar, se va echando harina y trabajándola mucho, hasta que esté en su punto, y entonces se hacen las rosquillas y se meten al horno.

Palabra del Dia

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