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A regañadientes aguantó Rafaela este capricho de su esposo, pero no pudo resistir a la tentación de reírse un poco de él. Y para ello aseguraba que, según el antiquísimo romance, que escribió Güesto Ansures, las doncellas que iban cautivas eran seis, y cinco nada más las hojas de higuera del escudo.

Obedecieron á regañadientes, con el propósito de volver, aunque fuese arrastrándose, y presenciar el espectáculo. Toledo dejó las dos pistolas sobre una antigua mesa veneciana. Ya estaban listas; que nadie las tocase: eran algo sagrado.

Si, por una gran casualidad, el sentenciado vive todavía, la fuerza pública, en vez de darle solemnemente todo género de excusas, en vez de reparar el daño moral y material que ha sufrido aquel hombre, confiándole un puesto honroso y lucrativo, le declara á regañadientes que está libre y le pone en la calle diciéndole, poco más ó menos: "Anda, buen mozo, y que no te dejes pescar otra vez..." ¡Oh, justicia! ¡Hermosa justicia! ¡Bien pagada, muy condecorada y grandemente honrada justicia! ¡Yo te admiro!

Al terminar el juego se marchaba, apoyada en un brazo de Valeria, saludando á todos con una amabilidad extenuada y victoriosa. Algunas veces, como una enferma que se deja nutrir á regañadientes, aceptaba los sándwichs y la taza de que su acompañante hacía traer á la mesa de juego. Una noche ¡noche memorable! se cerró el Casino sin que ella cesase de ganar.

Tendrían razón todos los señores, pues no se llega a canónigo sin talento; pero intervino el cardenal difunto, que de Dios goce otro golpe de bonete , y el cabildo hubo de aceptar la reforma a regañadientes, y acabará por aplaudirla. ¡A cualquiera le amarga un dulce! ¿Sabes cuánto dinero le entregué al señor cardenal el año pasado? Más de tres mil duros, casi tanto como nos da el Estado pecador.

Sufrí a regañadientes la introducción de la cama, y no pude menos de dirigir al intruso, que se paseaba solo por el patio, algunas miradas coléricas. Me dispuse a estar con él lo más grosero posible.

Pero don Víctor comprendió que el cómico en España no vive de su honrado trabajo si no se entrega a la vergüenza de servir al público el arte en las compañías de comediantes de oficio; comprendió además que él necesitaba con el tiempo crear una familia, y entró en la carrera judicial a regañadientes.

Mientras D. Félix estuvo de viaje lo sufría á regañadientes; comprendía que el mayordomo ejercía la suprema autoridad en la casa y que era insensato malquistarse con él. Mas desde el momento en que regresó no se creyó en el caso ya de tolerarlo.

Después de las convenientes explicaciones y de saber D. Gregorio cuál es mi familia y los bienes de fortuna que poseo, D. Gregorio, no sólo ha consentido, sino que ha dispuesto que nos casemos cuanto antes. Doña Juana, a regañadientes, ha tenido que consentir también, a lo que ella entiende para salvar su honor. Y hasta me ha quedado muy agradecida, porque me sacrifico para salvarla.

¡Niño! gritó D. Bernardo con voz estentórea. ¡Ven ahora mismo a sentarte a la mesa! El muchacho levantó la cabeza atemorizado y mirando a su padre que tenía los ojos clavados en él con terrible expresión de cólera, comenzó a caminar a regañadientes y como arrastrado hacia la mesa.