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Actualizado: 7 de julio de 2025


Buscó en su cesto de provisiones lo que le pareció más exquisito, depositándolo á puñados sobre su chaqueta para que comiesen los dos amantes refugiados en sus pliegues.

Reparaban todos en la hermosura de los pájaros, que hacían vibrar en el aire sus plumajes de colores. La velocidad de los vehículos dejaba detrás de su estela de polvo y humo un temblor de árboles conmovidos, de hojas que caían, de ramas que se entrechocaban, con gritos y saltos de los inquietos simios refugiados en sus copas.

Todos los hombres solteros han sido llamados a las armas, los impuestos se han cargado extraordinariamente. Nosotros, por economía, hemos vendido nuestro caballo. 31 de diciembre de 1813. Estamos refugiados en Mâcón; todos los días corre la noticia de que los enemigos van a venir; hay quien asegura ya que han pasado por Génova.

Tal era el estado de los independientes en Venezuela, despues de la reaccion provocada por los triunfos que sus armas habian obtenido desde el desembarco de Mariño, á principios de 1813, con los refugiados en Chacachacare, islote perteneciente al gobierno inglés de Trinidad.

La iglesia ocupa en él un grande espacio: presenta dos abaides, uno á oriente y otro á poniente, perfectamente semicirculares; dos exedras, dos coros, gran número de altares aislados en las naves principal y colaterales; ambones como en las primitivas basílicas para leer la Epístola y el Evangelio; la pila bautismal en la nave mayor, junio al coro de occidente; sacristía á la derecha del coro de oriente; sala para los escribas á la izquierda del mismo coro, con biblioteca en la parte superior; narthex á la entrada destinada al pueblo; vestíbulo para los familiares del convento; otro vestíbulo para los huéspedes y estudiantes; y por último varios departamentos pegados al muro del norte de la iglesia para los maestros de las escuelas, y para asilo de los refugiados en ellas.

Anduvo Jaime algunos pasos por las azuladas piedras de la calle, falta de aceras, y se detuvo luego para contemplar su casa. No era más que un pequeño resto del pasado. El antiguo palacio de los Febrer ocupaba toda una manzana, pero había ido empequeñeciéndose con el paso de los siglos y los apuros de la familia. Ahora una parte de él era residencia de monjas, y otras fracciones habían sido adquiridas por ciertos ricos, que desfiguraban con balconajes modernos la primitiva unidad del edificio, atestiguada por la línea uniforme de aleros y tejados. Los mismos Febrer, refugiados en la parte del caserón que miraba al jardín y al mar, habían tenido que ceder los pisos bajos, para aumento de sus rentas, a almacenistas y pequeños industriales. Junto a la portada señorial, tras unas vidrieras, trabajaban planchando ropa blanca algunas muchachas, que saludaron a don Jaime con respetuosa sonrisa.

Hay pruebas fehacientes de la inexactitud de tal relato: podrían muy bien, los que de veras se interesaban por la suerte del emigrado, hacerle indicación de no ser su proceder el más á propósito para alcanzar el olvido de los anteriores; porque ello es que al tiempo mismo en que solicitaba con empeño y amenaza lo que creía pertenecerle, pasaba por Consejero oficial del Rey de Francia; continuaba siendo confidente secreto del de Inglaterra, dando á los Embajadores Winwood y Parry avisos que ellos transmitían al Secretario de Estado Cecil , y seguía reuniendo en su casa el foco de la conspiración de los refugiados enemigos de España.

«Que vuestro corazón se reconforte decía sombríamente Muntaner en su crónica al dar fin á este relato de horrores . Da aquí en adelante, veréis cómo nuestra Compañía obtuvo, con la ayuda de Dios, una venganza tan ruidosa como jamás se ha visto venganza algunaNo llegaban á cuatro mil los almogávares y marineros refugiados en Gallípoli.

Palabra del Dia

gallardísimo

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