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Actualizado: 4 de julio de 2025
Había bruma en el golfo, el sol no era mas que un redondel rojo que podía mirarse de frente, lo mismo que en los países septentrionales; las montañas tenían un vestido de plomo; las nubes ocultaban el cono del volcán; el mar parecía de estaño, y un viento frío hinchaba, como velas, faldas y gabanes, haciendo correr á las gentes por el paseo de la ribera.
Es muy numerosa la nacion de estos indios, y aunque no son los verdaderos Xarayes, vive el rey entre ellos, y de su nombre le toman los indios: traen bigotes, y un redondel pendiente de las orejas, y en los labios pedazos de cristal azul como dados, y andan pintados de azul, desde el cuello á las rodillas, como si trageran bordado el pellejo.
Un maestro célebre le cedió la espada y la muleta en pleno redondel de la plaza de Sevilla, y la muchedumbre enloqueció de entusiasmo viendo cómo echaba abajo de una sola estocada al primer toro «formal» que se le ponía delante.
La última corrida en Madrid había acabado de descorazonar a don José. No; Gallardo no era como otros espadas que siguen adelante al través de las silbas del público, dándose por satisfechos con ganar dinero. Su matador tenía vergüenza torera, y sólo podía mostrarse en el redondel para ser acogido con grandes entusiasmos. Quedar medianamente equivalía a una derrota.
Gallardo levantó la cabeza con arrogancia, como si le propusieran algo deshonroso. ¿Renunciar al toreo? ¿Pasar un año sin que le viesen en el redondel?... ¿Es que los públicos podrían resignarse a esta ausencia? Admita usté, don José. De aquí a la primavera hay tiempo pa ponerse fuerte. Yo toreo lo que me pongan delante. Puee usté comprometerse pa la corría de Pascua de Resurrecsión.
Se marcó á lo lejos, en el redondel de sus gemelos, el extremo de un palo negro y derecho que cortaba las aguas, sonrosadas por el alba, dejando un rastro de espuma. ¡Submarino! gritó el capitán. Tòni no dijo nada, pero apartando de un zarpazo al timonel, agarró la rueda, dando al buque otra dirección. El movimiento fué oportuno.
No había más que verlas en el palco abanicándose con negligencia, mientras una gran parte de los señores del tendido, puestos de pie y volviendo la espalda al redondel, las miraban fijamente, con ojos de deseo. El señor Cuadros estaba orgulloso de su situación. No podía quejarse de la vida.
Luego se llevó los gemelos á los ojos, siguiendo la dirección de una de las líneas rojas, y vió agrandarse en el redondel de la lente una barra negra, algo semejante á una línea gruesa de tinta: el bosque, el refugio de los enemigos. Cuando usted lo disponga, señor senador, empezaremos dijo el comandante, llegando al último extremo de la cortesía . ¿Está usted pronto?...
El alcohol y las atroces caídas en el redondel le mantenían en perpetuo aturdimiento, como si la cabeza le zumbase, no permitiéndole mas que lentas palabras y una visión turbia de las cosas. Ordenó también al Nacional que fuese con ellos: uno más, y de discreción a toda prueba. El banderillero obedeció por subordinación, pero rezongando al saber que iba con ellos doña Sol.
El tabernero era hombre formal en sus tratos. Cincuenta céntimos por cabeza, pero con la obligación de gritar todos, hasta ponerse roncos, «¡viva el Manitas!», y llevar en hombros al glorioso novillero apenas saliese del redondel.
Palabra del Dia
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