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Pero éste, ciego de coraje, se venía sobre nosotros viento en popa. Al llegar a tiro de fusil, orzó y nos descargó su andanada. En el tiempo que medió de uno a otro disparo, la tripulación, que había podido observar el daño hecho al enemigo, redobló su entusiasmo. Los cañones se servían con presteza, aunque no sin cierto entorpecimiento, hijo de la poca práctica de algunos cabos de cañón.

Eso ha podido ser un tajo que se os hubiese entrado hasta los dientes dijo el joven pronunciando esta nota con una calma admirable. El otro redobló su ataque. Es el caso que yo no quiero mataros dijo el sobrino de su tío ; no por cierto: sería bautizar mi entrada en Madrid con sangre. ¡Ah! ¿os empeñáis? pues... allá voy, camarada...

Temió haberle involuntariamente herido al hablar de la vejez con excesivo desdén y, para destruir el efecto de su aturdimiento, redobló todavía su natural amabilidad. Si quiere dijo Camila, daremos un paseo por el parque y le acompañaré hasta una puertecilla que da al campo y que no alargará mucho su camino... Deme usted el brazo.

La atencion se redobló. Se decía en los círculos de Manila que aquel hombre dirigía al General y todos veían ya el remedio en vías de ejecucion. El mismo don Custodio se volvió.

Mostró vivo interés por mi familia, se rió en grande cuando hablé de los retratos con cabellera de Elsberg, existentes en nuestra galería de antepasados y redobló su risa al oír que mi expedición a Ruritania era secreta. ¿Es decir que tiene usted que visitar a su depravado primo a escondidas? dijo. Al salir del bosque nos hallamos ante un rústico pabellón de caza.

Su cariño de madre la hizo sentir una viva satisfacción ante los atavíos del pequeño. Le besó en la pintada boca, y redobló sus gemidos. Era la hora de comer. Batistet y los hermanos pequeños, en los cuales el dolor no lograba acallar el estómago, devoraron un mendrugo ocultos en los rincones. Teresa y su hija no pensaron en comer.

A partir de ese día, Marta redobló su cariño y su bondad hacia , pero yo no quería verlo; permanecía impenetrable para ella como ella lo había sido para , y en mi alma se arraigó, cada vez más profundamente, el sentimiento penoso de que el mundo no necesitaba de mi amor. Es evidente que un incidente como éste, por solo, no podía tener una influencia decisiva sobre mi carácter.

El muchacho, sin hacer caso, presa de un terror pánico, redobló sus esfuerzos, tratando de perderse en las callejuelas próximas á la catedral. Pero Velázquez, más ágil, no tardó en darle alcance, poniéndole una mano sobre el hombro. ¿Qué es eso, hijo, por qué corres tanto? El chico retrocedió asustado, arrojándose contra la pared de una casa.

De pronto le vi abrir la ventana que daba sobre el precipicio... treinta pies de altura. ¡Se arrojó! Yo también me había arrojado, sin saber lo que hacía, pues mi único deseo era morir con él. Pero, reflexionando, preferí salvarle, y aunque demasiado débil, esta idea redobló mis fuerzas. Le así, le arrastré sin conocimiento, sobre las rocas; le creía muerto.

Cerrados los puños como para boxear, inyectado el rostro, fieros los azules ojos, vínose sobre el grupo el hijo de la Gran Bretaña, resuelto, sin duda, a hacer destrozos en las heroínas; amenazadora actitud que redobló el coraje de estas.