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Grandes fueron los tumultos y demasías de Aragón; sin embargo, a fines del año de 1591 todo pareció terminar en paz y concordia bajo la simulada clemencia del Monarca. Los señores rebeldes, perdido el recelo, volvían a Zaragoza y ofrecían su mesa a los oficiales del ejército castellano. Había llegado el momento de la regia venganza.

Entonces, con el amargo recelo de provocar el enojo de sus huéspedes, iba a desnudarse, cuando Narcisa se presentó en el aposento. Mirando a Carmen, dió un grito, como si algo terrible le aconteciera, y llamó a voces a su madre.

Al dia siguiente, cuando me vió salir de debajo de su tarima, el insular se sonrió, mirándome con una mezcla de recelo y curiosidad. Sin duda hacia la observacion de que si él era mi sombra de viaje yo era también la suya. Le saludé, y apénas hizo el sacrificio de inclinar la cabeza. Despues nos tuvimos que sentar juntos á la mesa á fuer de vecinos.

Cómo os ha ido, esposa, en esta ausencia, En poder desta gente, que no alcanza Razon, virtud, almas, conciencia? Como he tenido y tengo la esperanza Puesta en el hacedor de tierra y cielo, Con cristiana y sigura confianza Por su bondad, aun tengo el casto velo, Y tanto con su ayuda santa espero No tener de mancharle algun recelo.

Doña Elvira su madre con recelo Procura por su hija; pero viendo Que no parece, grita hácia el cielo, Sus dorados cabellos descogiendo. Sotelo revolvió con grande duelo, Y entre los Chiriguanas se metiendo, Sacaba á la doncella, aunque llovian Las flechas ya sobre él que le cubrian.

Francamente yo recelo que Ignacio estaba completamente loco ¿pero porqué nos lo oculta usted y no más lo declara, justificando al bueno del médico y no comparándole malamente con Pilatos, ya que Pilatos se limitó a lavarse las manos y el médico se ensució las manos y la conciencia con una horrible mentira?

Recelo y desconfianza inútiles y que nunca me salvaron del egoísmo y de las arterías de amigos y extraños. Me creía yo persona de experiencia, conocedor del mundo, y descubría a todos mi corazón, a nadie ocultaba yo mis sentimientos, y así era yo víctima de todos. Confieso que el buen servidor con sus burlas y fisgas me hizo rabiar muchas veces.

Á mi se me ha metido en la cabeza que ese chico te quiere, que ha sabido que yo venía á pasar aquí un mes, que ha oído decir que yo era viejo, y, con estos datos, el insolente ha supuesto lo demás. Don Fadrique decía todo esto con risa, para embromar á su sobrina; y, aunque dudoso de su recelo, algo picado de la desvergüenza del poeta, que por otra parte no había dejado de caerle en gracia.

En lugar de muestras de desconfianza y recelo, Stein recibía de los amigos del personaje enhorabuenas cumplidas y pruebas de aprecio y admiración; y él, volviendo a su natural modesto y tímido, respondía a todos con cortesías. Pero quien se estaba bañando en agua rosada era la tía María. ¿No lo decía yo? repetía sin cesar a cada uno de los presentes , ¿no lo decía yo?

¡Ah! ¡tenemos que hablar! ¿va usted comprendiendo que es hermosa, demasiado hermosa, para mantenerse respecto a ella en los inflexibles límites de la caridad? No se trata de eso. Pues no comprendo entonces... ¿Qué sabe usted acerca del origen de esa niña? ¡Bah! ¿y qué le importa a usted? A no ser que... Y aquella mujer me miró con un recelo hostil.