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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Pero si la Condesa hubiera querido entregarse a la inclinación que sentía por usted, nadie se lo habría impedido cuando Zakunine estaba lejos. Y ahora mismo, ¿necesitaba en verdad pedir licencia a ese hombre? Si el impedimento hubiera venido de él, ella habría podido rebelarse y desafiarlo; pero no venía de él, sino de ella misma, de su íntima conciencia. Por consiguiente, la hipótesis es absurda.
Por las abiertas ventanas penetran torrentes espléndidos de sol y canciones de pájaros; estamos á fines de Mayo. El tiempo es magnífico; en la chimenea, tras un biombo chinesco, arde un buen fuego. Este detalle me sorprende; Hervieu, advirtiéndolo, sonríe, haciendo ese gesto dócil del hombre que no sabe rebelarse contra sus hábitos.
Al hombre... al hombre le preguntaré: ¿cree usted que quien ha soportado una vida siempre tenebrosa, huya de ella cuando ve que por fin resplandece la luz? ¿que quien ha sufrido con resignación, en silencio, puede exasperarse, rebelarse contra una esperanza imprevista? El juez le escuchaba con la cabeza inclinada, sin mirarlo, y de pronto no contestó.
Porque si habían de llevarse á Valentín, ¿para qué le trajeron acá, dándole á él, al buen Torquemada, el privilegio de engendrar tamaño prodigio? ¡Bonito negocio hacía la Providencia, la Humanidad, ó el arrastrado Conjunto, como decía Bailón! ¡Llevarse al niño aquél, lumbrera de la ciencia, y dejar acá todos los tontos! ¿Tenía esto sentido común? ¿No había motivo para rebelarse contra los de arriba, ponerle como ropa de pascua y mandarles á paseo?... Si Valentín se moría, ¿qué quedaba en el mundo obscuridad, ignorancia.
Sintió Delaberge rebelarse contra todo ello su lealtad generosa. Era necesario a toda costa impedir que el castigo, si castigo había, pudiese caer también sobre una cabeza inocente. No era justo que Simón pagase las faltas cometidas por su madre y por un extraño, en momentos de debilidad que no habían dejado huella ninguna... No era Delaberge un gran filósofo.
No contento con esas armas de juguete, consiguió que el capitán de un buque inglés, anclado en el puerto, le proporcionara un capacete, una espada y una armadura; se descubrió su proyecto, y corrió por la ciudad el rumor de que se habían conjurado los esclavos para rebelarse, siendo esto causa de que el populacho enfurecido asesinara á muchos cristianos.
Lo que nadie sabía era que iba por fuerza, contra su voluntad, por falta de valor para rebelarse contra aquella exhibición brutal y dolorosa; lo que nadie podía sospechar era su vergüenza íntima, su mortificación al fingir pudores e ignorancias, cuyas mentiras la envilecían a sus propios ojos, abrasándole con un fuego sucio la conciencia.
Su frágil naturaleza empezaba a rebelarse contra tanta mortificación y a mostrarse dolorida a cada instante, unas veces en el corazón, otras en el estómago, otras en la cabeza, aunque todo lo sufría con una resignación digna de envidia, y sin que la hiciesen cejar en sus santos propósitos. Padecía frecuentes desmayos, que la tenían largo tiempo sin sentido, y fuertes convulsiones.
Y sin embargo, el espíritu de la democracia es, esencialmente, para nuestra civilización, un principio de vida contra el cual sería inútil rebelarse. Los descontentos sugeridos por las imperfecciones de su forma histórica actual han llevado a menudo a la injusticia con lo que aquel régimen tiene de definitivo y de fecundo.
El contratista siguió adelante, hacia su mina, y Aresti descendió á Labarga pensando en la miseria del rebaño humano esparcido por la montaña. Varias veces había intentado rebelarse, y los resultados de su protesta, de las huelgas ruidosas, terminadas, en más de una ocasión, con sangre, no le habían hecho mejorar gran cosa.
Palabra del Dia
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