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Actualizado: 3 de octubre de 2025


Mirando después á Clara, cuya gracia sencilla y melancólica franqueza formaban contraste con el terrible realista, se aumentó su confusión, su curiosidad y sus temores. ¿Y usted no sale para distraerse, para ver y reponerse de estar aquí encerrada tanto tiempo? le dijo casi conmovido. ¿Yo?... ¿para qué salgo? Me pongo triste cuando salgo.

Baste decir que á Salomé se le olvidó pasarle los garbanzos á Lázaro, y que este, por no dar lugar á un nuevo conflicto, ni los pidió ni los tomó. Tampoco en la ración del realista estuvo muy pródiga doña Paz, pues se le olvidó ponerle carne, en lo cual aquel grande hombre, que sólo vivía de espíritu, no hizo alto.

Elías sacó de su bolsillo una pequeña faja negra, que le servía de tapabocas, se la envolvió al cuello y se dispuso á salir. El cafetero, con su oficiosidad acostumbrada en presencia de aquel personaje, se dirigió á abrirle la puerta. Ya principiaba á despuntar el día. El viejo realista salió sin saludar á su amigo y tomó la dirección de su casa. #Un lance patriótico y sus consecuencias#.

El viejo tomó la pluma y con vacilante mano trazó esta carta, que recibió el realista pocos días después. "Querido y respetable señor: Lazarillo, mi nieto y sobrino de vuesa merced, quiere ir á Madrid. Se le ha puesto en la cabeza que ahí podrá hacer fortuna: dice que no puede estar en el pueblo. Y, en efecto, querido señor, esto está malo.

Pero algunos jóvenes patriotas, llenos de intrepidez y desesperacion, concibieron el proyecto de sorprender, desembarcando en la Guaira, el destacamento realista que alli estaba y cuya fuerza consistia en 300 hombres, la mayor parte güireños. Eligieron como jefe al rico margariteño Santiago Mariño, quien para el golpe de mano intentado no contaba sino con el insignificante número de seis fusiles.

Mucho parece que nos vamos alejando de Pereda, y, sin embargo, esta que parece digresión, era de todo punto necesaria para entender cómo Pereda, que tiene a gala el ser realista, ha rechazado con indignación en varios prólogos suyos toda complicidad con los naturalistas franceses.

Haced que yo renuncie a semejante error, que yo sea vuestra en todo tiempo y lugar. Semejante dicha la he reconocido yo y no ha faltado jamás, siempre que la he buscado en su único origen: en Vos mismo. Todos los jóvenes de la nobleza y de la clase media realista se han afiliado en la guardia de Corps.

Su tía había sido muy amable ahorrándole las preguntas ociosas y explicaciones inútiles sobre su cambio de parecer, justificado por el amable paso de aquellas señoras y por la doble invitación que salvaba las inconveniencias. Ante aquella muestra de deferencia para su madre adoptiva, no podía ya Carlos ser más realista que el rey ni había ninguna razón para hacer el salvaje.

Después, como si se arrepintiera de haber dicho demasiado, apartó la vista de su sobrino, murmuró algunas voces incoherentes, y volvió á hojear sus papelotes, escribiendo algo y gruñendo siempre, sin dejar de gesticular como si hablara con alguien. Lázaro miró un buen rato la lívida faz del viejo realista, que, iluminada de lleno por la luz, ofrecía fantástico é infernal aspecto.

«No pudiendo vivir como realista, fuíme a Francia, donde en calidad de liberal me colocaron en un depósito, con seis cuartos al día. Vino por fin la amnistía, señor Fígaro. ¡Eh! Gracias a una reina clemente, ya no hay colores, ya no hay partidos.

Palabra del Dia

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