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Actualizado: 3 de octubre de 2025


Clara miraba al viejo con la indiferencia propia de la costumbre, y al mismo tiempo miraba á su protector como si se avergonzara de la extrañeza que le causaban las palabras del viejo. El militar, poco cuidadoso al fin de las imprecaciones del realista, comenzó á sentir interés hacia aquella pobrecilla, que, sin saber por qué, le inspiró mucha lástima desde el principio.

Lázaro permaneció pensativo un instante, y ya abría la boca para formular una contestación ó una excusa, cuando Elías se presentó en la puerta. La devota se turbó un poco; pero un momento le bastó para reponerse. El realista se quedó muy sorprendido al ver á la dama y al observar los restos del almuerzo, mientras su sobrino se avergonzaba de haberlo probado.

Hace cosa de tres o cuatro años tuve la infame curiosidad de ir al Campo de Guardias a presenciar la ejecución de dos reos. El afán de verlo todo y vivirlo todo, como dicen los krausistas, me arrastró hacia aquel sitio, venciendo una repugnancia que parecía invencible, y los serios escrúpulos de la conciencia. Por aquel tiempo pensaba dedicarme a la novela realista. Eran las siete de la mañana.

Es siciliano, como Verga, el autor de Cavalleria rusticana, con el cual su talento literario presenta algún parecido. Como Verga, también es un realista, de un realismo que ostenta el color luminoso de la isla nativa.

Ya sabe usted que el noble corazón de los vendeanos era la única condecoración de aquel ejército; su adversario se da cuenta de ello, y viendo una ocasión de perderle sin exponer su vida, lanza un grito al cual acuden una docena de bandidos, a los cuales tenía sin duda apostados allí, para alguna otra cobardía. «¡Detenedle exclama , es un oficial realista, un enemigo de la repúblicaMi padre lucha vanamente contra aquellos miserables que le rodean, le desarman y le arrastran a un calabozo.

Adiós, señor don Elías dijo Salomé, hecha un veneno porque el realista no se arrodilló á sus plantas como esperaba. Adiós, señor don Elías repitió Paz, viendo que su lagrimita no ablandaba el duro corazón del antiguo mayordomo. Pero vengan ustedes acá, señoras.... Las dos volvieron rápidamente. Yo estoy confuso; no por qué toman ustedes ese tono.

Bajó el lacayo y vapuleó al realista. Así pagan los tiranuelos. Después de este lance, el fanático se puso malo. Dijeron algunos que se había dejado morir de hambre; otros que se había vuelto loco; otros, y esto parece lo más cierto, que le mató una profunda hipocondría. Y las señoras de Porreño, ¿qué fué de ellas? le pregunté. Nada he podido averiguar de doña Salomé contestó.

Escondióse el realista en una alcoba inmediata, y entraron Alfonso Núñez, Cabanillas y otro que hasta hoy no conocemos, y era Juan Pinilla, gran orador de los Comuneros, apóstol de las ideas más disolventes y extravagantes.

La fisonomía del tercero no era tan agradable ni predisponía tanto su favor como la de los anteriores. Sin embargo, tenía fama de buen chico; y en cuanto á opiniones políticas, no podía echársele en cara la tibieza, porque era frenético republicano. Algunos mal intencionados decían que en el fondo era realista, y que sólo por cálculo hacía alarde de aquel radicalismo intransigente.

Pero si en lo que se refiere a la elección de asuntos, venció el amor a lo sobrenatural, en lo tocante a la manera de tratarlos y a la representación de la figura humana, prevaleció un sentido esencialmente realista.

Palabra del Dia

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