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Actualizado: 3 de octubre de 2025
Tengo la presunción de creer, por lo tanto, que aunque Marta y María no sea una novela bella, es una novela realista. Sé que el realismo actualmente llamado naturalismo tiene muchos adeptos inconscientes, quienes suponen que sólo existe la verdad en los hechos vulgares de la existencia y que sólo estos son los que deben ser traducidos al arte. Por fortuna no es así.
Y esperemos, por último, que, ya sea escribiendo segunda parte de Silvestre Paradox, ya sacando a relucir a otros héroes y tomando nuevos caminos y asuntos, el Sr. Baroja siga escribiendo novelas, ya que tiene aptitud para ello, y procure, sin dejar de ser realista, iluminar, hermosear y alegrar el mundo que describa con resplandores ideales.
De todo lo cual resulta que el único naturalista acérrimo y consecuente es Emilio Zola, puesto que sus discípulos apenas merecen ser nombrados. Todo naturalista es realista, si se mantiene fiel a los preceptos de su escuela; pero no todo realista es naturalista.
Por lo tanto, era de buena fe liberal en los años nulos, porque acababa de leer y exclamaba: tiene razón; y después ha sido realista de buena fe en los años válidos, porque lee la Gaceta y exclama: ¡ya se ve que dicen bien!
Allí la acción es poca o nula, y todo el exquisito primor de aquel rasgo se cifra en la acabada y realista pintura de los héroes de la cofradía de Monipodio. Desde Cervantes existe, pues, el cuadro de costumbres, con jurisdicción independiente de la novela y con formas variadísimas.
Elías es un loco rematado, es realista; pero con un fanatismo que le llevará hasta el martirio. ¿Y quiere á esa joven? No sé: yo lo dudo. Coletilla no ama más que al Rey, mejor dicho, al Príncipe real. Pues bien: á ver como me introduces en esa madriguera. Es preciso entrar de ocultis dijo con la más maliciosa sonrisa el abate.
Echamos largos párrafos sobre el arte realista, y el ideal, y la emoción estética, y cuanto yo digo, aunque sea un gran desatino, porque en mi vida las he visto más gordas, lo escucha como el Evangelio, y yo me doy con él un lustre que no hay más que ver.
Pensaba, hablaba y obraba como si hubiese servido en el ejército de la Liga y traído a mal traer al Bearnés. Realista convencido y católico austero, era tan implacable en sus odios como apasionado en sus afecciones. Su valor, su lealtad, su rectitud, y su caballerosidad hasta cierto punto exagerada, causaban la admiración de la juventud inconsciente de hoy.
Elías no la dejó concluir. Arrebatado de entusiasmo, alzó los brazos y gritó: ¡Lázaro, Lázaro! Antes que Lázaro llegara, el realista se lanzó fuera, y le trajo ó, más bien, le arrastró. Arrodíllate ahí le dijo con voz fuerte, presentándolo ante la devota. Arrodíllate delante de esa santa. Ha dicho que tienes buen corazón.
La marquesa, desencantada por aquel dato realista, no quiso salir de su poética creencia; arguyó que tal vez los manzanillos de la India fuesen distintos de los del Brasil. Hablóse de las producciones de Méjico. ¿Es verdad que usted posee ochocientas mil vacas, Ballesteros? preguntó Clementina. ¡Oh, señora; eso es una exagerasión! A lo sumo que llegará mi rebaño es a tresientas mil.
Palabra del Dia
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