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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Razonte y su criado Carlino, que es el gracioso, alcanzan nadando la Sierra, por haberse ido á pique, en una tempestad, el buque que los traía; los pescadores de la costa los acogen hospitalariamente, y son llevados á la casa de un rico molinero, llamado Butrago, en la cual permanecen muchos días.

Eres el infame Anaximandro que negaba la existencia de los Dioses, y todo lo explicaba por la casualidad; te he visto muchas veces, y sostuve contigo, en Mileto, una larga disputa sobre este puntoMúdase el lugar de la acción; vese la residencia del ermitaño Helvidio, á quien Razonte cuenta sus penas.

Razonte sufre mil importunidades de Aldonza, sobrina de su huésped, pero guarda fidelidad á su Angélica. Carlino busca á un judío para empeñar unos diamantes que su señor ha salvado del naufragio, y de paso intenta convertir al descreído. Los dos náufragos prosiguen su viaje á Madrid; Aldonza se queda desconsolada, aconsejándole Butrago que nunca ofrezca su corazón á gentes principales.

«¿Es posible? le replica Razonte. Los celos, de seguro, no molestarán á este matrimonio. Pero dime ¿de qué encanto se ha valido el Doctor para celebrar esta boda?» «Su cabeza añade Mysón se ha extraviado con la absurda creencia de la transmigración de las almas.

Beatriz desea que se celebre el enlace de Angélica y Razonte, pero para lograrlo ha de rescindir antes el contrato de casamiento, que se halla en poder de Don Héctor, negándose á hacerlo. Razonte se desespera y vaga, lamentándose, por lugares solitarios. Ocurre luego una escena de devoción católica, que forma el más extraño contraste con las divertidas que le preceden y subsiguen.

Jornada primera. Cárcel de esclavos en Marruecos. Razonte, joven castellano de familia distinguida, es cautivado por piratas moros en las costas de España, cuando se disponía á encaminarse á Madrid para casarse con la bella Angélica. Yace durmiendo en su prisión subterránea, y es visitado por el Dios Amor, que lo exhorta á huir de su cárcel, porque, de no hacerlo, perderá á su prometida.

RAZONTE. Más humana ¡oh cruel Elena! fuiste antes conmigo; antes no preferías á Héctor. BEATRIZ. ¡Cielos! ¿qué oigo? CARLINO. ¡No dudes ya; éste es Paris, en cuerpo y alma! BEATRIZ. Paris, amante mío, ¿eres verdaderamente? ¡! ¡Ya te reconozco! ¿Por qué me has tenido engañada tanto tiempo? RAZONTE. Para espiarte tranquilo.

RAZONTE. Por ti he derramado lágrimas bajo formas infinitas; he sido tigre, zorro, oso, ave de rapiña, alguacil, y por último, me alojé en el cuerpo de Razonte.

Se ha casado, pues, con él, aunque no se oponga á vuestros deseos, proponiéndose que su hija su mano á Héctor de Sandrago, por ser para ella el Héctor troyanoRazonte se aflige sobremanera al oir esta noticia, y resuelve buscar al ermitaño para pedirle consejo. Jornada segunda.

Palabra del Dia

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