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Una sola vez en su vida tuvo que ver con gente de mala ralea, con motivo del bautizo del chico de un sobrino suyo, que estaba casado con una tablajera. Entonces le ocurrió un lance desagradable del cual se acordó y avergonzó toda su vida; y fue que el pillete del sobrinito, confabulado con sus amigotes, logró embriagarle, dándole subrepticiamente un Chinchón capaz de marear a una piedra.

Pues mira, Genoveva, te seré franca... Si fuera cosa tuya..., tuya exclusivamente, iría con el alma y con la vida... Pero tratándose de lo que se trata..., vamos... que no me gusta ese barrer para adentro de tu marido, que la pone a una siempre en el riesgo de tropezarse con basura... Y, francamente, no quiero ponerme en el caso de encontrarme mano a mano con una... Curra Albornoz u otra de su ralea.

Todo se me figuró ser negro; las chozas, el suelo cenagoso, los canes hambrientos y el populacho abyecto. Regresé a mi albergue, donde arrieros, mongoles y criaturas piojosas, me miraban con asombro. Tiene vuestra merced razón. Es mala ralea. Mas no hay peligro; yo maté, antes de partir, un gallo negro, y la diosa Kaonine debe estar contenta.

No lo que se les ha metido en la cabeza contra nosotros. ¡Y si hubiéramos sido sólo franceses, si no hubiésemos tenido que luchar con esa ralea de sajones y demás aliados que no esperaban mas que el momento de arrojarse sobre nosotros, hubiéramos escapado bien a pesar de todo, a pesar de ser uno contra cinco! ¡Pero los aliados! ¡No me hable usted de los aliados!

Ninguna de estas cualidades parece que tuvo en cuenta, en 1587, un zapatero que había en Sevilla, llamado Luís Sánchez, el cual era popular entre la gente de baja ralea, y valiéndose de resortes que supo hábilmente tocar y de la influencia del canónigo y arcediano don Alonso Fajardo de Villalobos, obispo titular de Esquilache, consiguió que el Provincial de la Santa Hermandad le diese el cargo de secutor, el cual era provechoso por las ganancias y gajes varios que traía consigo.

Mi dolor no os alborote, aunque más terrible sea, pues, por pagaros escote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso. Es aquí el lugar adonde el amador más leal de su señora se esconde, y ha venido a tanto mal sin saber cómo o por dónde. Tráele amor al estricote, que es de muy mala ralea; y así, hasta henchir un pipote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso.

, ... es claro, como soy un pobre.... Vete, déjame con esta ralea de bandidos... o te rompo el chuzo en la cabeza. El sereno cantó la hora y siguió adelante. Don Santos le convidaba a veces a echar una copa... ¿qué había de hacer? Además, no solía alborotar demasiado.

Fíjate, para comprender esto que te digo, en lo que pasa en nuestros talleres: cantantes de café-concierto nos proporcionan cabezas de vírgenes... muchachuelas incapaces de coordinar dos ideas vienen a resultar el tipo de una de las musas... viejos pillastres de la más baja ralea conviértense en santos y en apóstoles... Y es que todas estas fisonomías son para nosotros meramente subjetivas.

Por la maleza, hasta aquel fresno cuyas ramas se inclinan sobre el agua. No os ocupéis de , que correr tan ligeramente como vos. Y ahora, por el arroyo. Nos mojaremos los pies, pero hay que hacer perder la pista al perro, que probablemente es de tan mala ralea como su amo.

Pero no tienen ellos la culpa, sino los simples que los alaban y las bobas que los creen; y si yo fuera la buena dueña que debía, no me habían de mover sus trasnochados conceptos, ni había de creer ser verdad aquel decir: "Vivo muriendo, ardo en el yelo, tiemblo en el fuego, espero sin esperanza, pártome y quédome", con otros imposibles desta ralea, de que están sus escritos llenos.