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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Así es que tuvo tentaciones de volver bridas hacia la casa. Godfrey estaría bastante bien dispuesto para aceptar la idea. Adoptaría ávidamente un plan que quizá le evitaría separarse de Relámpago. Pero cuando la reflexión de Dunstan llegó a este punto, el deseo de proseguir la marcha se fortificó y prevaleció.
MANRIQUE. Sí, Ruiz, pero nada veo. ¿Si te engañaron? RUIZ. No creo... MANRIQUE. ¿Estás cierto que era aquí? RUIZ. Señor, muy cierto. MANRIQUE. Sin duda tomó ya el velo. RUIZ. Quizá. MANRIQUE. Ya esposa de Dios será, ya el ara santa la escuda. RUIZ. Pero... MANRIQUE. Déjame, Ruiz; ya para mí no hay consuelo. ¿Por qué me dio vida el cielo si ha de ser tan infeliz?
Lo tengo dicho: siempre se me indigesta. ¿Me entiendes?... ¡Vaya por Dios, vida mía!... Mira, pasea un poquito y eso te vendrá bien... Acompaña a Leopoldina y vuélvete pronto... Y cada vez más impaciente, advirtió a esta por lo bajo: Que no se huela Carmen a lo que vas... Mira que las pesca al vuelo. Villamelón, haciendo figuras, se atrevió a decir: Quizá en casa...
Quizá dijo nos encontramos ante una inflamación adhesiva que cerrará las cavernas y reparará todos los desórdenes causados por la enfermedad. El pobre doctor escuchaba esta opinión meneando tristemente la cabeza.
Allí encontraban lomos y jamones intactos, pasteles de cerdo que acababan de salir del horno y manteca fresca recién hilada; en fin, todo lo que el apetito de gentes ociosas podía desear, y de mejor calidad, quizá, que en casa del squire Cass, aunque la abundancia no fuera mayor.
Tu padre se arruina. ¡Y qué! ¿No hizo esa fortuna en otro tiempo? ¿Tenia quizá alguna escritura en que la eternidad le prometia amparar sus buques ó sus billetes? Hoy pierde lo que ganó ayer. ¿Quién te ha dicho que la pérdida, como la ganancia, es otra cosa que un accidente en la vida de un comerciante?
Serios hombrecitos rondaban la escuela a la hora de salida y hasta algunos estaban celosos de Mac Sangley. Quizá esta última circunstancia fue la que abrió los ojos de éste a una observación.
El señor Durand hubiera deseado quizá terminar todas sus operaciones tan caballerescamente, pero sus otros clientes, espantados de la violencia del tópico, que había, no obstante, dado tan buenos resultados en el maestro Zeli, prefirieron emplasto de estopa y de grasa, que el honrado doctor aplicaba indistintamente a todo y para todo, con un suplemento de consuelos para los moribundos.
Quizá fuera el traje de corte de alguna dama de las que acompañaron a María Luisa de Saboya cuando vino a desposarse con Felipe V. La señá Rafaela tenía la costumbre de ponerse las antigüedades de indumentaria femenina que venían a parar a su tienda. Era a la vez un prospecto y un goce para ella.
Fue quizá la mayor y más duradera su desmedida afición al café, afición contraída en el negocio de ultramarinos, en las tristes mañanas de invierno, cuando la escarcha empaña el vidrio del escaparate, cuando los pies se hielan en la atmósfera gris de la solitaria lonja, y el lecho recién abandonado y caliente aun por ventura, reclama con dulces voces a su mal despierto ocupante.
Palabra del Dia
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