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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Contestóle que aún permanecía soltera y que si era muy cierto que algunos galanes la rondaban seducidos quizá por el dinero de Belinchón más que por las gracias de su hija, hasta ahora no se sabía que hubiese dado oídos a nadie. Al leer esto, se le subió la sangre al rostro al ingeniero industrial. Entonces imaginó declararle su amor por medio de una carta. Estando tan lejos no tendría vergüenza.
Pero yo no volvería, quizá, tal como soy ; y, además, necesitaría algún tiempo para adaptarme a una nueva vida. Vale la pena de meditar. 2 de septiembre.
Esto contribuía no sólo a explicar por qué, en los días de fiesta, la profusión de provisiones superaba a la calidad, sino también por qué el orgulloso squire condescendía con tanta frecuencia a presidir en el gabinete particular de la taberna del Arco Iris, antes que a la sombra de los negros artesonados de su salón; así como quizá que sus hijos se condujeran bastante mal.
Mire vuestra merced bien, que por todos estos caminos no andan hombres armados, sino arrieros y carreteros, que no sólo no traen celadas, pero quizá no las han oído nombrar en todos los días de su vida. -Engáñaste en eso -dijo don Quijote-, porque no habremos estado dos horas por estas encrucijadas, cuando veamos más armados que los que vinieron sobre Albraca a la conquista de Angélica la Bella.
Quizá será porque aún no han alcanzado ese grado supremo de la civilización en el que un saludable desprecio de todo es el fundamento de las virtudes públicas y privadas. ¿La calle de San José?... ¿Me hace usted el favor?... Tá uté en eya, cabayero.
Entre soldados, gente desalmada, Por trisca se decia, que sabido De Drake, sea la nueva bien llegada: Quizá que mudaremos el vestido, Que nuestra profesion no está estimada, No andando el enemigo embravecido; Viniendo, pues, aqueste Luterano, Podrános suceder dichosa mano.
Mutileder llegaba a columbrar como probable que el Rey le hiciera buscar para entregarle a la muchacha, y hasta que quizá se allanase a ser padrino de la boda.
La muralla que se yergue entre ellos, interrumpida quizá por varias brechas, no es un muro de separación.
Pues yo sé perfectamente lo que siento y lo que no siento. ¡Oh! no, señorita; permítame usted que le diga que no lo puede saber. ¡Hombre, tiene gracia! ¿No he de saber yo lo que siento?... Pues entonces lo sabrá usted... Quizá lo sepa mejor. La observación de sí mismo, según todos los filósofos y moralistas, es más difícil que la de los demás, y son pocos los que logran conocerse bien.
Palabra del Dia
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