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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Era ya anochecido, y aunque Carriazo importunaba a Avendaño que fuesen a otra parte a buscar posada, no le pudo quitar de la puerta de la del Sevillano, esperando si acaso parecía la tan celebrada fregona.
La estraña singularidad del suceso, el respeto imponente del lugar sagrado, el pavoroso aparato funeral, y la melancólica gravedad de todos los semblantes, dejaron absortos a cuantos se hallaban en el templo: Azagra, esposo de Isabel, procuró entonces quitar de esta toda sospecha y refirió en voz alta el trágico suceso de su casa en la noche precedente.
Lo otro, que como andaban por esos lugares y les leen unos y otros Comedias, tomábanlas para verlas y hurtábanselas, y con añadir una necedad y quitar una cosa bien dicha, decían que era suya; y declaróme como no había habido Farsantes jamás que supiesen hacer una copla de otra manera.
A que se agrega que, si sólo el que se nombra cura es el obligado a cumplir las cargas del curato, y el compañero a lo que el cura le encargare, la certificación de éste debía darla el cura, y la del cura el cabildo, según resulta la asistencia que lograba el pueblo; pero no es así, porque a cada religioso separadamente se le da su certificación, sin que el cura pueda quitar ni poner en la que dan a su compañero.
Consistia en una túnica de tisú de oro y un albornoz de lo mismo, con un cinturon de oro purísimo sembrado de perlas y rubíes, tan gruesos y bellos que no sabia el rústico cristiano quitar de él los ojos mientras el oficioso hagib le endosaba la rica vestidura.
Se adelantaron cuatro capitanes, y dijeron á voces, que se apartasen los indios, y diesen lugar para que pasase el ejército español y portugues, que no querian los Generales matar, ni quitar las vidas, sino tomar camino libre.
Esta fiesta y las demás que este Señor constituyó, aunque se las quieran quitar en esta ciudad del Cuzco, las suelen ellos hacer oculta ó secretamente en los pueblecillos que están en torno de la ciudad del Cuzco.
Nunca dispari los dos a un tiempu me recomendó Chisco , y guardi el segundu pa si convien repetir en mejor sitiu, sin quitar el arma de la cara.
Roselo se acerca á Julia mientras tanto; ella exclama: Si el Amor se disfrazara Para dar envidia á Febo, Pienso que de este mancebo El talle y rostro buscara; Y yo pienso que Amor es, Que, para quitar la paz, Viene con este disfraz. Roselo, por otra parte, prorrumpe en las palabras siguientes: ¡Ay, cielos! ¿Que fuí Montés? ¡No fuera yo Castelvín! ¿Tanto le costaba al cielo?
¡Oh! ¡doña Clara! aborrezco á mi pesar á esa mujer; porque ella, ella no tiene la culpa de que él la haya amado; hay momentos en que mataría á esa mujer. Y eso, eso es lo que debía hacerse; pero no tú... tú no debías matarla; las cuentas con la justicia son malas de ajustar... oye, Dorotea: voy á quitar de ahí esa pera... Y el bufón tendió su mano hacia el plato.
Palabra del Dia
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